El resultado del Derbi ha escocido y mucho en Orriols. Duele la derrota, pero sobre todo cómo se produjo después de una primera parte en la que el Levante fue muy superior. Por eso este lunes ha sido un día de terapia en Buñol y sesión de video. A la postre una reflexión en la que los jugadores participaron de manera activa para reconocer errores. Especialmente los cometidos en el tercer gol del Valencia, una acción en la que Manu Vallejo lo puso todo cuesta arriba maniobrando con soltura. En ese momento Vukcevic y De Frutos estaban esperando en la banda para entrar, pero el balón no salió fuera. Melero, como más tarde Duarte, estaba ya con molestias.

Sin muchas más opciones en un banquillo limitado por las lesiones y los problemas físicos, el cambio se mantuvo pese al 3-2. Los granotas ya no comparecieron. La falta de pegada, la incorrecta lectura del partido y la ausencia de liderazgo sobre el campo en determinados momentos condenaron al equipo de Paco López, que llegaba a la cita con la presión añadida que el propio Javi Gracia le pasó en la rueda de prensa de la víspera. No hay duda de que para los granotas el listón de exigencia está cada vez más alto, en parte por el crecimiento sostenido de las últimas temporadas pese a la ausencia de grandes fichajes a dos años vista.

Un once muy condicionado

Por eso, y aunque el cuarto gol fue anecdótico, una derrota tan abultada no es sencilla de digerir. El equipo rayó a un gran nivel en el primer acto pero más allá de los golazos de Morales echó en falta una referencia en ataque. Sergio León estuvo lejos de cubrir el vacío de Roger y aun más el de Mayoral. El mercado está casi imposible, sin hueco en el fair-play y con salidas por concretar, pero se hace evidente que falta otro punta. A nivel interno se apunta a la diferencia de pegada como uno de los factores que decantaron el resultado, si bien las miradas desde fuera están centradas en la defensa por los cuatro goles encajados.

A la posibilidad de fichar un central nunca se le ha hecho ascos y en la agenda hay candidatos. Pero el requisito, debido a las limitaciones, es que superen el nivel de los que hay y mercado tras mercado se ve que no es fácil. En su estreno como pareja, ya que nunca habían jugado juntos, Róber Pier y Duarte no llegaron al aprobado. Vezo, el indiscutible titular, estaba de relleno en el banquillo, sin opciones tras su lesión de cuádriceps. Y Postigo, con molestias, tampoco llegaba en las mejores condiciones para el once.

El primer objetivo ahora es recuperar la moral del grupo y no hacer una lectura catastrofista de un partido que terminó mal pero en el que no todo fue negativo. Además, tal y como se sabía, el calendario es de aúpa, ya que las obras en el estadio han condicionado un arranque en el que la próxima jornada toca descansar y el estreno en el Ciutat no llegará hasta mediados de octubre.