El Levante UD crece y la permanencia, absolutamente clave para el club, sabe a poco. Pero de ahí a Europa como objetivo se hace bola. A pesar de todas las matizaciones posibles, es en esta dualidad en la que Orriols lleva instalado desde que el lema granota pasó del «qué grande es ser pequeño» al «peligro de expansión». Un cambio que empuja a revisar los objetivos deportivos sin quedarse cortos ni pasarse de largos.

El equipo, que afronta su tercera temporada consecutiva en Primera tras el último ascenso, selló rápido la salvación tras el confinamiento. Pero, como viene ocurriendo en los momentos de inflexión, se atragantó con cotas mayores. Las expectativas siguen siendo altas y así se demostró con la sensación de fracaso a raíz de la oportunidad perdida en Mestalla.

El mayor éxito en el mercado de fichajes ha sido retener a la columna vertebral con la única excepción de Borja Mayoral. Pero de los cuatro nuevos que han llegado ninguno apunta de salida a fijo en el once titular. Una realidad a la que se añade un calendario cuesta arriba que ha llevado, al menos a nivel interno, a una hoja de ruta con la que mantener una línea más allá de altibajos: ni euforia ni ansiedad.

De puertas para adentro, el objetivo del equipo va a estar en llegar al tramo definitivo de la temporada con opciones de al menos pelear por las plazas de Europa. Al estilo de Aragonés y el esprint final de los últimos 10 partidos. Un propósito que obliga a no perder la conexión con la parte alta pero que con la filosofía del partido a partido y el medio plazo debe ayudar a que el equipo gestione mejor sus montañas rusas.

Y es que una de las tendencias que se repiten son los altibajos, tanto de juego como de resultados. Lo que se quiere evitar es que reveses puntuales como la derrota en Mestalla se enquisten. El equipo y los técnicos hicieron autocrítica de los errores individuales y de conjunto en la sesión de video posterior. El revés ha escocido mucho por la sensación de que se escapó de las manos una gran oportunidad tras haberse puesto por delante dos veces contra un Valencia en manifiesto periodo de gestación.

Calendario cuesta arriba

Desde que salió el calendario, el Levante era consciente de los contratiempos a los que se enfrentaba. La reforma del Ciutat, que albergará su primer choque contra el Celta a finales de octubre, condicionó las primeras jornadas. Al hecho de llevar una jornada menos y cero puntos en el casillero se añade el partido ante el Madrid que se disputará en La Cerámica. Y entre medias, visitas envenenadas a Osasuna y Sevilla. Son condicionantes que, de momento, marcan los primeros pasos habiendo jugado tan solo un día y que le dan a los tres puntos de El Sadar una relevancia que en condiciones normales no sería propia de una jornada aún tan temprana.

En lo que se refiere al mercado, Paco López continúa trabajando con una plantilla extensa en la que sobran tres fichas para quedarse en 25. De aquí al cierre del mercado el 5 de octubre se producirán salidas sí o sí, aunque sigue en el aire si habrá hueco suficiente en el fair-play para entradas, sobre todo para el delantero que en principio ocuparía el hueco de Mayoral, convocado por Zidane la pasada jornada en San Sebastián.

El club trabaja en la rescisión de Luna y en el alta de la ficha federativa de Malsa, por detrás de sus compañeros a nivel físico después de una pretemporada sin apenas entrenamientos. La realidad del mercado es otro de los contratiempos, común al resto de clubes. Durante este plazo de fichajes se han reducido mucho los movimientos, lo que ha repercutido en la problemática de los descartes o transferibles.Hay trabajo extra, una vez más vez, para el área deportiva.