Conforme más avanza el calendario, menos días quedan para que las luces del templo de Orriols se enciendan y que con ellas se inicie una nueva etapa. La que supondrá un antes y un después en los ciento diez años de historia del Levante. Sobre todo, al no contemplar ningún precedente que pueda asemejarse. El Ciutat de València ha activado la cuenta atrás para sumergirse en un universo que dará un salto cualitativo a la entidad, además de un ingrediente de emoción, orgullo y sentimiento a los aficionados. En su mayoría pocos llegaron a imaginarse, ni en sus mejores sueños, un escenario de esta dimensión. Y eso a pesar de que el momento de vuelta a las gradas continúa pendiente de la evolución de la pandemia.

Después de las múltiples piedras que se han encontrado por el camino, las obras finalizarán su primera fase en tiempo y forma. De la manera en la que se estipuló cuando se trasladó la ilusión en el proyecto. La luz al final del túnel se ve con mayor fuerza en un trayecto decisivo. «Las obras van bastante bien, según el programa previsto. Estamos en un momento crucial del trabajo porque tenemos el anillo de compresión, que es toda la corona del exterior, que es la parte robusta, y estamos empezando a levantar los cables ligeros del resto de la cubierta. También empezando a tensionarlo porque esto es como una rueda de bicicleta, con su anillo exterior de compresión. Estamos empezando a subir esos cables, que será un proceso de una o dos semanas, y va todo según lo planificado», desgranó César Azcárate, director de arquitectura deportiva de IDOM en los canales oficiales del club. Además, Azcárate destacó que la cubierta del feudo levantinista se adapta a las necesidades de la infraestructura para subir un escalón en lo que a estadios de clase media se refiere. «Esta cubierta ocupa el mínimo espacio, la que es más ligera, la que no afecta para nada al graderío, y son unas tecnologías estructurales muy avanzadas. Por lo tanto, hablamos de un estadio de mediano tamaño, pero que con el resultado final que tendrá lo pondrá, sin duda, como una referencia en Europa», aseguró uno de los artífices del cambio.

El fin de semana del 25 de octubre está marcado con letras de oro entre la parroquia granota. El encuentro contra el Celta coincidirá con el acto de inauguración del nuevo Ciutat. No en vano, y más si cabe con la segunda fase pendiente del arranque, todavía restarán labores por realizar para que el techado del campo pulverice su cambio. «Esta cubierta ocupa el mínimo espacio, corresponde a la que es más ligera, la que no afecta para nada al graderío, y son unas tecnologías estructurales muy avanzadas. Por lo tanto, hablamos de un estadio de mediano tamaño, pero que con el resultado final que tendrá lo pondrá, sin duda, como una referencia en Europa», asegura Azcárete, feliz por el que será el resultado de uno de sus proyectos más ambiciosos.