Todo iba sobre ruedas cuando a últimos de junio le dedicó su gol al Betis a su primer hijo. «Es un momento muy especial para mí», decía Rochina, que cerró en un pico alto la 19/20. Sin embargo, continúa sin renovar, dentro de dos meses será libre para negociar con quien quiera. A diferencia de otros casos abiertos, en el suyo no hay avances. Desde que declinó en julio la primera, el Levante no ha vuelto a pasarle otra oferta. El tiempo corre en contra de un final feliz. De momento no hay visos de acercamiento entre las partes. Cuando acabe contrato en 2021 tendrá 30 años y la exigencia del jugador es ampliarlo hasta los 34.

Sin embargo, las diferencias van más allá de la duración. La oferta del club es de tres temporadas y está lejos de sus pretensiones económicas. El fair-play empuja a a los traspasos, fundamentalmente al de Campaña, y a rebajar masa salarial. Nuevos parámetros que condicionan el acuerdo. El presidente ha dicho que le gustaría que siga y los técnicos también cuentan con él, lo cual no significa que a cualquier precio. A favor juega que Rochina está más centrado que nunca. En contra, que la amortización de su contrato puede dar para reforzar otras posiciones sin el overbooking ahora mismo de la línea medular.

Habituado a peregrinar de un sitio a otro desde que dejó La Masía, los números confirman que Rochina ha echado raíces. En el Levante ha jugado más que en cualquier otro equipo. Acumula 64 partidos, 7 más que en el Granada y 10 que en el Blackburn. Sus registros también son mejores: 10 goles y 12 asistencias por los 8/8 como nazarí y los 11/6 en Inglaterra. Y eso que por unas cosas u otras nunca ha terminado de consolidarse. A un periodo de ostracismo entre octubre y noviembre le sumó en febrero una lesión que empalmó con el confinamiento. Ahora un problema muscular lo ha tenido mes y medio KO. Los de Bilbao fueron sus primeros minutos. Junto a Bardhi fue el único del que hubo noticias en el área rival, aunque no pasó de discreto.

«Estaba con ganas de volver al equipo y tuve muy buenas sensaciones», afirma Rochina. «Teníamos rivales muy buenos, queda mucho y el equipo está confiado en que no nos va a afectar. Siempre hay partidos donde no estás lo bien que te gustaría y ojalá tarde mucho en repetirse otro así. Contra el Celta nos va a venir bien para romper esa dinámica si sumamos los puntos».

Rochina llegó en enero de 2018 del Rubin Kazan. Recaló allí junto a Javi Gracia, con el que comparte agente. Sin ritmo, su arranque fue decepcionante: cinco apariciones en la segunda vuelta y una sanción de cuatro jornadas por incontinencia verbal. Aun así se anunció su fichaje por tres temporadas: primero una cesión de cinco meses en torno al millón y después compra obligatoria. Las diferencias de tributación y los impagos fueron el cóctel para una negociación salvada sobre la bocina. Podría haber denunciado ante la FIFA, pero todo se habría demorado. Con un contrato estratosférico del que le quedaban pendientes más de seis millones, el Granada había cobrado 10 por su traspaso.