En la carrera de un futbolista tan veloz como Jorge De Frutos es normal que todo esté yendo rápido. Y no, aunque lo parezca, rápido no es en su caso sinónimo de fácil. En el pequeño pueblo de Segovia donde se crió, Navares de Enmedio, ni siquiera había campo de fútbol. Jugaba en una pista cutre de frontón con dos porterías. Su primer partido de verdad fue como cadete de segundo año. A los 16, con su carné de federado recién sellado. Del cemento a la hierba. Ni tenía botas ni manera de viajar porque en casa regentaban un bar y los fines de semana eran sagrados para el trabajo. Fue su tía la que le echó un cable para que pudiese empezar a jugar.

La alegría del Levante en general después del primer triunfo en seis partidos fue de manera muy particular la de De Frutos. No solo porque dio una asistencia y marcó un golazo, el primero de un segoviano desde 1991 en la élite (el último fue el del lateral Benito Sánchez con el Castellón). También porque en su segunda vez de titular reconfirmó todo lo bueno que es capaz de dar.

Uno de los primeros en vislumbrarlo fue Antonio Iriondo, entrenador del Rayo Majadahonda. Fue él quien le dio la alternativa en Segunda B. Era 2015 y apenas llevaba jugando un par de años. Primero en el Sepúlveda y luego en el Cantalejo. En la Regional cada jornada era una exhibición. Con ese aval se presentó a las pruebas del Majadahonda. Y, sorpresa, fue el peor. Sin formación ni conceptos tácticos de base, la puntilla definitiva se la dieron los nervios. Los mismos que le han acompañado en sus estrenos.

Aun así lo ficharon. Miguel Cerdán, entonces al frente del juvenil, le vio potencial. Igual que Iriondo, quien no le perdió la pista. Su velocidad, posibilidades físicas y buena técnica jugaban a su favor También su carácter introvertido, clave para convertirse en una esponja. Un diamante en bruto. Por pulir.

Al año siguiente debutó en la categoría de bronce y terminó siendo clave en elascenso. Nueve goles y 34 partidos después, el Real Madrid se lo llevó para el Castilla por 100.000 euros. En el fútbol de categorías inferiores ya se llevaba hablando tiempo de él. Incluso el Levante estuvo al quite. Su nombre estuvo encima de la mesa del responsable en aquel momento del filial y el juvenil de División de Honor. Sin embargo, con Granero, al frente del Atlético Levante, no hubo quórum. Curioso estando entonces un segoviano, Carmelo del Pozo, de secretario técnico.

Petición de Ronaldo

El pasado verano no hubo dudas. Ronaldo le pidió a Florentino Pérez su fichaje para el Valladolid como un favor personal. Debutó en San Mamés, pero en la segunda parte de la temporada se fue cedido al Rayo Vallecano. Allí explotó. Perfil Levante: dos kilos fijos más 500.000 en variables por el 50 por ciento de sus derechos en una operación doble con Dani Gómez.

Aunque fue el mejor de la pretemporada, tuvo que sudar para que le llegara la alternativa. Su primera titularidad no llegó hasta la jornada 10, en la primera revolución en el equipo de Paco López, contra el Elche. Por el camino una ristra de oportunidades como revulsivo y el trago de un error ante el Madrid que costó el 0-2. En Valladolid, contra su ex, volvió a jugar 20 minutos y fue clave en el intento de remontada. Ante el Getafe no se hizo de rogar. Con menos nervios entendió el partido al dedillo, con verticalidad. El trabajo al final acabando dando frutos.