Pónganle todos los peros y condicionantes que quieran. Es verdad que el Levante no ha estado bien en la primera parte en El Alcoraz y que en LaLiga hay que hacer más cosas para ganar los partidos, pero no lo es menos que la primera acción clave en el devenir del encuentro es para mosquearse. En el minuto 28, tras un control defectuoso de De Frutos (un único error que penaliza en una buena actuación global), Okazaki se ha sacado de la chistera un remate de tijera como recurso y la pelota ha impactado en la manita de Vezo. El juego ha seguido y cuando se ha interrumpido el colegiado, Díaz De Mera, ha sido requerido por el VAR. Tras ver la acción en el monitor ha sancionado la pena máxima y lo cierto es que la pelota impacta en la mano izquierda de Vezo cuando se dirige a gol y se puede interpretar como penalti, pero lo que es incomprensible es que esa jugada sí se sancione y que la que protagonizó Umtiti hace dos semanas en el Camp Nou, que es idéntica, no. Que alguien nos lo explique porque no hay criterio que valga que pueda variar la interpretación de la norma, pero parafraseando al añorado Paco Gandía, uno imagina que el ‘yunque de la adversidad’ en el que se forjó este Levante también debe servir para soportar eso.

A partir de ahí, en una primera parte en la que no ha pasado nada destacable hasta el gol de penalti transformado por Ontiveros más allá de una buena colada de De Frutos en la que su centro no ha encontrado rematador, es cierto que en el tramo final el conjunto altoaragonés ha podido ampliar su renta en una remate de Borja García que un atento Rober Pier ha desviado in extremis de forma salvadora.

En fase ofensiva el Levante ha estado discretito y aunque la diferencia únicamente la ha marcado la jugada polémica, el equipo ha salido al segundo acto ya con otro aire. Además, bajo una densa y caprichosa niebla que por momentos se cernía sobre El Alcoraz del mismo modo que poco después se desvanecía, los granotas han logrado el empate en un saque de esquina botado por Rochina que Melero no ha cazado a la primera pero sí ha sabido aprovechar a la segunda después de que la pelota le haya quedado a sus pies con fortuna.

El goleador granota, exfutbolista del Huesca, no ha querido celebrar su tanto con efusividad e incluso ha hecho el gesto de pedir disculpas -hay que respetar todas las decisiones y más si tienen una espíritu tan loable, aunque hay quien piensa que los goles ante exequipos también hay que celebrarlos-, pero el festejo casi que da igual porque lo realmente importante es que ese tanto ha devuelto de lleno al Levante a un choque en el que por momentos el conjunto granota ha combinado en las inmediaciones del área del conjunto local con dos disparos de un Rochina al que le ha faltado algo de acierto en la finalización.

El Huesca, con el paso de los minutos y espoleado tan solo por los arreones de un talentoso pero en ocasiones anárquico Ontiveros, ha recuperado algo de oxígeno que le ha permitido acabar el encuentro casi sin sobresaltos pese a que Paco López ha apostado en la recta final por dar entrada a cuatro futbolista de refresco de golpe. Morales, Sergio León, Son y Radoja han entrado y el serbio ha tenido el 2-1 en sus botas, pero su disparo con la zurda y sin fe se ha marchado muy desviado. Punto y final.

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