Ganó la Copa de Europa de 1966, pero el día de Reyes de 2011 en el que los dos clubes de su vida le rindieron tributo, Antonio Calpe se declaró granota por encima de todo cuando delante de Florentino Pérez se felicitó porque «de pequeño quería jugar en el Levante y lo conseguí».

Es una de las mil y una anécdotas sobre quien en el ocaso de su carrera acabó cambiando el Real Madrid por un Levante de Tercera. Con un estado de salud muy delicado desde hace años, Calpe falleció este miércoles y con él se fue la mayor leyenda granota, al nivel de Cruyff en el Barcelona, Di Stéfano en el Madrid o Kempes en el Valencia. La capilla ardiente en su memoria, con acceso restringido a grupos reducidos por las medidas sanitarias, estará abierta el jueves de 11 a 20 horas en el Palco VIP L'Alqueria del Ciutat.

HISTÓRICO. Aunque le costó verse con la camiseta de otro club, la Copa de Europa del 66 fue su título de mayor graduación, un éxito tras el que se negó a acudir a la recepción con el dictador Franco (en el salón de su casa tenía una foto del Che). Una cosa era su título europeo y otra el logro más emotivo para él después de haber sido clave en el histórico ascenso a Primera en el año 1963.

TRASPASO. Calpe ya había estado muy cerca del ascenso un año antes, aunque a Segunda División, con el Alcoyano. Su proyección entonces era meteórica. Los técnicos del Valencia se fijaron en él y el presidente Julio de Miguel lo contrató con una oferta irrechazable. La del Levante, su equipo, seguía haciéndose de rogar. Sin embargo, con todo hecho, el fichaje lo evitó el mítico Paco Gandia, padre del «yunque de la adversidad». En Historia del Llevant UD se relata como su padre Ernesto le dijo en una reunión entre los tres que si se ponía la camiseta con el escudo del Valencia «en El Grau y El Cabanyal lo iban a lapidar».

Todavía no era 30 de junio y el contrato con el Valencia no se había hecho efectivo, por lo que se activó rápidamente su fichaje por el Levante. Por fin. Su traspaso costó 200.000 pesetas de la época aunque firmó en blanco. Fue la primera piedra del ascenso que se consumó ese mismo año. Después, en 1965, tuvieron que convencerle para traspasarlo al Real Madrid. Era necesario para la subsistencia.

Escribían los cronistas que llegó al Madrid sin dar una mala patada, que jugó de lateral zurdo pese a ser diestro y que era tan rápido que, pese a las lesiones, estuvo a punto de jubilarse como extremo cuando volvió al Levante. Acabó trabajando para la secretaría técnica, donde a la mayoría de jugadores les veía pegas porque no tenían su nivel. Fue durante mucho tiempo el segundo entrenador de la casa y circunstancialmente una vez el primero, con Cruyff de jugador. Siempre vinculado al club y a su entorno, hace dos años asistió en silla de ruedas al homenaje que los veteranos, de los que era presidente honorífico, le rindieron en la Malvarrosa. Descanse en paz.