Julián Villarrubia ha pasado de hacer historia en Dakar (Senegal) el pasado mes de enero, a poner su granito de arena en la lucha contra el coronavirus como conductor de la línea 99 de la EMT de València, llamada también la línea de los hospitales, durante todo el estado de alarma que se inició el 14 de marzo.

Ataviado con su mascarilla, protegido por una improvisada mampara y con las recomendaciones a los viajeros de entrar por la puerta central y mantener las distancias, entre otras normas, su día a día ha cambiado completamente desde aquella satisfacción colectiva de superar desiertos y alcanzar el 19 de enero el mítico lago rosa de la capital senegalesa, cuna del Dakar africano. Ahora el riesgo no son las caídas y las averías de motor sino la COVID-19, pues considera que la 99 es "quizá la línea más expuesta al virus".

"Trabajo en la línea 99 de la EMT de València, la de los bulevares y que atraviesa toda la periferia pero que pasa cerca de hasta siete hospitales como el Arnau, el General, el Peset, La Fe, Serrería, Valencia al Mar..., quizá sea la línea más expuesta al virus", comenta a SUPER Julián Villarrubia, que no ha dejado pasar la ocasión de seguir manteniéndose en forma a pesar del confinamiento, aunque su profesión, uno de los servicios esenciales durante el estado de alarma, le ha permitido salir de casa a menudo, no solo para comprar alimentos o medicamentos.

"Entreno en casa gracias a un pequeño gimnasio que tengo donde hay banco de pesas, bicicleta de spinning, pelota para ejercicios del core, tapiz para abdominales y cinta para ejercicios de fuerza. Estos días estoy entrenando más que de lo normal, pues he tenido más tiempo libre", explica el de Requena, que desde los primeros días se sumó junto a numerosos motoclubs, entre ellos el de Altiplano Requena, a iniciativas como la de ofrecer gafas de motociclista a los sanitarios. "He repartido gafas de motociclismo a mis amigos sanitarios para protegerse y a alguna persona mayor que por su patología debía ir obligado al hospital, y unos amigos están llevándoles máscaras faciales hechas en impresoras 3D".

Ejemplo de superación en el África sahariana

Junto al parapléjico italiano Nicola Dutto, Julián Villarrubia derribó barreras en África, un año después de que el último Dakar en Sudamérica les impidiera completar la carrera con una polémica eliminación. Dutto reside en Italia, aunque alejado de los principales focos del coronavirus, según cuenta el valenciano: "Nicola vive en Beinette, al sur de Cuneo y cerca de Brescia (Italia), pero toda su familia está bien, preparando proyectos como la Baja Aragón y la Baja California 1000".

Todavía recuerda su gesta durante dos semanas de enero como si fuera ayer: "Después del palo que nos llevamos en el Dakar 2019 con la exclusión un tanto injusta e injustificada por parte de ASO; teníamos una espina clavada muy hondo, y fuimos a correr la Africa Eco Race en primer lugar por satisfacción personal, y en segundo lugar por poder sacarnos esa espina y demostrarnos a nosotros mismos que éramos capaces de terminar un gran rally".

Y eso a pesar de ser uno menos que en Perú un año antes, pues Nicola Dutto solo estaba asistido en carrera por Villarrubia y otro piloto italiano, Stefano Baldussi (el valenciano Pablo Toral no repitió), con el equipo Offroad Adventure Crew, y con muchos más problemas, como una avería en la penúltima etapa, en la que se les hizo de noche en el desierto. "No podemos estar más contentos ya que lo hemos conseguido, si bien es cierto que con algún problema técnico y mecánico, ya que el penúltimo día dos de las tres motos fallaron con problemas de inyección. De hecho, la mía no volvió a arrancar más, y tuve la gran fortuna de que un equipo inglés, Dessert Rose, me cedió una de sus motos que había sufrido un accidente y no podía llegar al Lago Rosa. Yo la prueba la terminé con una Husqvarna 701 que nada tenía que ver con nuestras KTM 500".

Sueño cumplido

El Africa Eco Race, carrera que ocupó el sitio del Dakar cuando esta saltó el charco por motivos de seguridad, fue un sueño cumplido tanto para Dutto como para Villarrubia. "Para Nicola ha significado aparte de una aventura increíble, la realización de un sueño. Yo ya tenía el sueño de llegar al Lago Rosa ,alguna vez en mi vida, y cuando el Dakar se fue a Sudamérica vi bastante improbable que lo consiguiera, pero gracias a esta carrera he podido lograr un sueño".

"Y en su caso", dice de Dutto, con el que ha compartido Bajas Aragón y otras carreras, "el haberse demostrado a sí mismo que sí que está capacitado, que un minusválido termine una prueba del máximo nivel como puede ser una prueba de un rally Dakar o un Africa Eco Race. Obviamente, con el handicap de no poder caminar y tener que llevar a un par de personas como mínimo que le ayuden a levantarse cuando él no puede. Físicamente se ha encontrado muy fuerte, solo un día se le vio agotado, llegó y lo confesó, pero siempre estaba dispuesto y siempre que nos veíamos en situaciones complicadas en las dunas, sobre todo en Mauritania, con ese feshfesh y esas dunas tan blandas, simplemente parábamos un ratito, nos dábamos unos segundos para respirar, y volvíamos al ataque más adelante, y así hemos podido terminar. Esto es historia, que un piloto parapléjico pueda realizar un Dakar o una prueba de sus cartacterísticas es histórico. Derribando barreras, como se dice".

Villarrubia, mochilero en moto de Rafal Sonik cuando el polaco se proclamó campeón del Dakar en quads, no resultó ganador como el benicarlando José Manuel Pellicer en el primer Africa Race en 2009, pero ha unido su nombre para siempre al de esta carrera con la gesta realizada junto a Dutto. Todo un ejemplo de superación para muchos parapléjicos. Ahora el sueño para Julián, Nicola y el resto del mundo es otro, que la pesadilla de la pandemia del coronavirus concluya pronto y permita recuperar una vida lo más cerca posible de la normalidad anterior.