Quien diga que lo tenía previsto o lo imaginaba posible, miente. España ha derrotado al mejor conjunto del Mundial Y no sirve prácticamente para nada, otra prueba de la pésima programación de un Campeonato que esteriliza el resultado del mejor partido del torneo a estas alturas de la competición. La razón indica que la mágica victoria ante Serbia sirve de pértiga para plantarse en semifinales, tras apartar educadamente a PoloniaSin embargo, los españoles acaban de demostrar que el deporte consiste en lidiar con lo ilógico.

España ha hundido la soberbia de Serbia, esa determinación pletórica de ambición que iluminaba los ojos de los balcánicos al iniciarse el partido. Antes de la competición, Djordjevic solo dirigía sus bravuconadas hacia Estados Unidos, avisándoles de un Armageddon y sin despistarse con las otras selecciones. Por tanto, los serbios no han recibido solo una sonora paliza, sino una lección.

España ha ganado dejándose la piel en defensa, jibarizando a los balcánicos al nivel de escuadra convencional. El jugador capital es Rudy, que ha interceptado todos los balones que atravesaban su campo magnético. Como de costumbre en los cinco partidos disputados, Ricky dejó al equipo en desventaja en el primer cuarto, para que la energía nuclear de Llull avistara el objetivo inverosímil, una victoria ante una selección con visos de legendaria.

La victoria no se habría materializado sin la ayuda impagable de Claver, obligado a suplir la deficiencia jerárquica de un Marc Gasol que ha renunciado a desempeñar el liderazgo del equipo. Scariolo se ha limitado a una eficaz gestión de egos, y la condición de invicta de España se propagará como la pólvora por el Mundial. Desde la modestia de planteamientos y actuaciones, la Selección recupera la condición de favorita. Este equipo tiene defensa.