Mundial de Qatar

España juega de bien en peor, por Matías Vallés

El tercero de los siete partidos de España en Qatar podría haber sido el último. "Debería haber sido el último"

Resumen, goles y highlights del Japón 2 - 1 España de la fase de grupos del Mundial de Qatar

MEDIAPRO

Matías Vallés

Matías Vallés

El tercero de los siete partidos de España en Qatar podría haber sido el último. "Debería haber sido el último" tampoco es un veredicto desproporcionado. Un equipo que pierde con Japón no merece la continuidad en el campeonato. Esta ley se ha cumplido a rajatabla con Alemania. Aunque los españoles cayeron por el mismo dos a uno frente a los japoneses, se salvaron por la goleada inicial a Costa Rica.

La selección ha saltado en tres partidos del esplendor a la incertidumbre. El titular de la primera mitad era "España juega al gato y al ratón con Japón", aunque no se especificara quién es quién para evitar acusaciones de xenofobia. El escenario apacible se derrumbó en la segunda mitad, que solo puede titularse con un preocupante "España juega de bien en peor".

Los españoles saltaron en un mismo partido del virtuosismo a la torpeza.

O al exceso de refinamiento porque, cuando la selección encadenaba errores en la segunda mitad, daba la impresión de que sus jugadores calzaban botas de tacón afilado. Estaban más preocupados de evitar un tropiezo que de marcar un gol. Antes de la eliminatoria del martes contra Marruecos, las tristes prestaciones ante Japón presagian un fin de semana tormentoso entre bastidores.

Como les ocurre a todas las personas que salen por la tele, Luis Enrique ha acabado por prestar más atención a su faceta de streamer en solitario que a sus tareas de conductor de orquesta. Sin olvidar los peligros de una victoria desmesurada. En el triunfo a medias ante Alemania que significó el empate, empezó a colarse la insidiosa idea de que el siete a cero podría ser contraproducente.

Se alegará que España sigue en pista por su exhibición inaugural pero, con un más modesto tres a cero ante Costa Rica, hubiera ganado como toca a Japón. Una interpretación inconmensurable supone un obstáculo para el siguiente concierto, que siempre parecerá insuficiente. En la segunda mitad ante los japoneses surgió la expresión que parecía incompatible con el desempeño de los españoles. Fueron una selección vulgar.

España es el Barça en ambos sentidos. Juego preciosista y resultón cuando el viento sopla a favor, desmoronamiento absoluto en cuanto aparece el primer nubarrón. Luis Enrique no efectúa cambios masivos para repartir la responsabilidad, sino para recordar que es el único indispensable. Está tan cautivado con su propia imagen, que en su confesionario de Twitch nunca se olvida de detallar las carencias de sus jugadores. Por tanto, puede asegurarse que los españoles jugaron a la altura que su jefe les atribuye.

El seleccionador se centrará en el desastre de las divisiones alemanas, pero la sombra de Japón será alargada. Aquellos jugadores fascinantes que efectuaban el pase antes de recibir el balón se han vuelto reservones, obligados a correr en persecución de los bullidores japoneses. Las señales empeoran cuando la derrota se produce en el tercer partido, y no en el primero siempre disculpable. Si Costa Rica hubiera tenido una mínima entidad, los españoles acompañarían a Alemania en la eliminación.

En la interpretación más favorable para España, fue víctima de su complejo de superioridad. Por eso asumió riesgos innecesarios, como Unai Simón imitando a Busquets a un metro de la línea de meta. Los malabarismos estériles contrastan con la táctica esencial para derrotar a los japoneses. Balones por alto, así de sencillo. Morata marcó porque mide 1.89, con lo que su cabeza era inalcanzable para el rival. Por entonces, todavía sabíamos quiénes eran los gatos y los ratones, pero los correosos roedores acabaron derrotando a los felinos desmochados.

Suele ocurrir.