Los más conspiranoicos sostienen desde hace meses que los que mandan en el mundo ya no quieren que tengamos nuestros propios coches. O dicho de otra manera, desde Davos, donde se celebra el Foro Económico Mundial, y otras reuniones de la élite, se están ejerciendo presiones para acabar con la propiedad privada en el sector automovilístico.

Dicho así puede sonar a guion de película de serie B. Pero uno si uno se pone a repasar lo que está sucediendo últimamente en el sector, lo cierto es muchas cosas cobran sentido. Y más cuando se escuchan propuestas políticas como las de Más País, que quiere dar 1.000 euros de ayuda directa a las familias que no tengan coche1.000 euros de ayuda directa a las familias que no tengan coche, argumentando que “la lucha contra el cambio climático requieren medidas valientes y decididas”.

¿Por qué el coche es el enemigo público número uno para los ecologistas cuando lo que emiten los turismos a la atmósfera es ridículo comparado con fábricas, aviones o barcos? El transporte en general sólo supone el 25% del CO2 que se vierte a la atmósfera cada año, en cambio recibe las medias restrictivas más duras. En muy poco tiempo el automóvil ha pasado de ser un objeto de deseo para los adolescentes, a una absurda e inútil máquina contaminadora. A base de campañas informativas y leyes gubernamentales restrictivas, se ha instalado en el subconsciente de la juventud que el coche es súper nocivo para el planeta y que hay que acabar a toda costa con él cuanto antes. De ahí el bombardeo de que ya no se venderán coches de combustión en 2035. Muerto el perro se acabó la rabia.

En España el pistoletazo de salida de esta campaña de desprestigio vino con la demonización del diésel. En cuestión de pocos años pasamos del ‘diese el gustazo’ a ‘debemos acabar con el diésel’. Y aprovechando la calamitosa imagen lograda para este combustible, se dio el salto también a la gasolina, englobando a todos los motores de combustión en este saco. Sólo eres un buen ciudadano si llevas un coche electrificado. Y si quieres ser de primera categoría debes gastarte una pasta en un ‘0’ emisiones. Pero tranquilo, esta élite es la única que tiene ayudas para la compra del automóvil en España. Todo muy social…

A la campaña moral sobre las emisiones contaminantes se une la económica. Y es que no sólo te hacen sentir mal por tener un coche de combustión, sino que además refuerzan tu absurdez al tener que alimentar el monstruo con un elixir de dioses. Y es que, con el precio del combustible por las nubes, muchos ya se plantean de manera casi forzada dar el salto a un caro y exclusivo coche eléctrificado. Pero ojo, nada de híbridos enchufables, que ya se están encargando de decir que en poco tiempo éstos no servirán de nada, ya que probablemente endurezcan las leyes y no tendrán etiqueta cero. Hay que comprar coches 100% eléctricos, aunque no tengas donde cargarlos y cruzarte España para unas vacaciones en familia cueste el mismo tiempo y esfuerzo que hacer el Camino de Santiago a pie.

Si soy mala persona por comprar un combustión, y no tengo dinero para comprar un eléctrico, ¿qué hago? Davos tiene la solución: no lo compres; alquílalo. ¿Para qué vas a gastarte un dineral en un vehículo propio cuando puedes disponer de uno cuando quieras alquilándolo a través del móvil y sin pagar la letra del banco, el mantenimiento, el combustible y todos los gastos derivados de tener coche en propiedad

Si es que somos mentecatos. Con lo fácil que es buscar un Carsharing a las 2 de la mañana cuando el niño se pone con 40 de fiebre para ir de urgencias al hospital, o para llevar todos los días a los niños al cole, o para ir a la compra y tenerlo parado una hora en el parking del super, o para ir al chalé el fin de semana… Teniendo un servicio tan adecuado para todas estas situaciones, querer disponer de un coche propio sólo puede ser síntoma de que eres un ciudadano egoísta, que pones tu beneficio propio por encima del global.

Todavía se podría profundizar mucho más en las incongruencias que nos quieren vender, como por ejemplo: querer pasar de un parque automovilístico de 13,5 años de antigüedad a uno totalmente eléctrico en medio de una crisis económica y con una infraestructura de carga ridícula, ya que España sólo cuenta con el 3,5% de cargadores que hay en toda Europa. O que el coche eléctrico es la mejor alternativa a la contaminación, sin decirnos las emisiones que generan su producción o qué se va a hacer con los millones de baterías cuando se retiren los vehículos, a la vez que se obvia que tenemos los motores de combustión menos contaminantes y eficientes de toda la historia. Además de estar evolucionando combustibles sintéticos de huella de carbono cero para los motores de combustión.

Sea como sea y por ridículo que parezca, los jóvenes están comprando a ciegas el discurso de los más poderosos, renunciando a su comodidad y calidad de vida por un supuesto bien común. Creen realmente que están salvando el planeta por no tener coche, cuando todos los vehículos del mundo juntos contaminan tan sólo una parte de lo que lo hacen unos cuantos buques juntos, una ciudad con sus fábricas, o unos aviones pasando sobre nosotros.

Con lo dicho, y lejos de caer en discursos conspiranoicos, no se puede negar que algo de razón llevan los que tienen el cono de papel de aluminio en la cabeza. Pero lo mejor es tener sentido común y no comprar ningún discurso radical, simplemente debemos pensar que estamos en medio de una compleja transición del transporte hacia un ecosistema más sostenible, pero ésta debe ser ordenada y gradual. No se puede ser eléctrico de la noche a la mañana, antes podemos y debemos seguir explotando esas tecnologías que tantos años nos ha llevado evolucionar, hasta lograr los mejores motores de combustión de toda la historia, con unos niveles de contaminación radicalmente inferiores a los de hace unos años. Veamos la amplia oferta de propulsores que hoy tenemos como un beneficio, y no como un problema.