Una fregona está hecha para frotar, pulir, limpiar, y quedarse después esperando en un rincón, a menudo sola o al lado de la escoba. No obstante, el coreógrafo y bailarín Marc Lacourt ve en este utensilio cotidiano un mundo imaginario que invita a los más pequeños a seguir la huella de la historia del arte, la delicadeza del gesto y el placer de una danza.

A través de la participación dentro del espectáculo como espectadores activos, los niños y niñas son invitados a modificar su mirada sobre las cosas; esta misteriosa fregona se vuelve La Gioconda, se eleva en el aire como el Gran Nijinski, se desliza, salta, juega con nosotros, y de repente… el arte sale del armario, dejando volar nuestra imaginación