Tras su paso por el Festival de Cannes, llega este viernes a las salas españolas 'Cuestión de sangre', un thriller con Matt Damon que alcanza sus mejores momentos en la parte más íntima de una historia que mezcla acción y drama y que se desarrolla principalmente en Marsella (Francia).

Damon interpreta a Bill, un trabajador del sector petrolífero que viaja a la ciudad francesa para ver a su hija Allison (Abigail Breslin), que cumple condena por un asesinato que asegura no haber cometido. Allí conoce a Virginie (Camille Cottin) y a su pequeña hija Maya (Lilou Siauvaud, todo un descubrimiento).

El contraste entre el rudo y silencioso Bill, un americano de Oklahoma cuya realidad se limita a su pueblo, y Virginie, una actriz de teatro que cría sola a su hija, es lo mejor de una película inspirada en el caso de la estadounidense Amanda Knox, acusada y luego absuelta del asesinato de la británica Meredith Kercher en 2007 en Perugia (Italia).

La relación cotidiana que se establece entre los tres y la progresiva integración de Bill en la vida francesa es lo más interesante del filme dirigido por Tom McCarthy, que ganó el Oscar a mejor guion por 'Spotlight' (2015).

Una película que en cierta manera explora la situación actual de Estados Unidos a través del personaje de Bill, pero que también es una historia de relaciones y de redención, como explicó el realizador en la presentación del filme en Cannes. La parte de thriller de la película es la relacionada con la investigación que Bill inicia para tratar de demostrar la inocencia de su hija y que le lleva a adentrarse en barrios marginales de Marsella. Y es ahí donde la historia funciona peor.

McCarthy empezó a trabajar en esta película hace diez años con la idea de crear un thriller ambientado en una ciudad portuaria, que sería Marsella inspirado por la trilogía sobre esta ciudad de Jean-Claude Izzo. "Los matices y texturas de la ciudad eran innegablemente cinematográficos y la confluencia de culturas y el ritmo de la metrópolis costera me parecían el entorno perfecto para la película", explica el realizador en las notas de prensa de la película.

Un proyecto que abandonó temporalmente porque se dio cuenta de que le faltaba dimensión humana. Siete años después retomó el guion y decidió trabajar con los guionistas franceses Thomas Bidegain y Noé Debré, que le ayudaron a pulir "el concepto de autoridad moral de los Estados Unidos". Eso permitió construir un viaje para Bill, que se encuentra en Marsella con algo completamente diferente a lo que conoce y que va a hacer que cambie su visión del mundo.

Y para eso fue esencial, en opinión de Damon, que el origen de su personaje fuera Oklahoma. "Te invitan a sus casas, a barbacoas (...) todos los hombres son parecidos, sus cuerpos, las gafas, las gorras...son fuertes, cada detalle físico era importante", explicó el actor en Cannes.

De ese paisaje viaje a Marsella, una ciudad multicultural en el sur de Francia que es todo lo que él no ha conocido y que apasionó a Damon. "Es un sitio espectacular, si fuera un joven este sería el lugar en el que viviría", aseguró.

Damon también se refirió a la labor de "tres actrices increíbles" y especialmente el de Siauvaud. "El primer día que trabajé con ella, me di cuenta inmediatamente de que estaba trabajando con una Meryl Streep de 9 años". Ni la niña habla inglés ni el actor francés, pero ni siquiera necesitaron al traductor para comunicarse y lo hicieron, como sus personajes, con palabras sueltas y con gestos.

Una historia, destacó el actor, sobre un hombre concreto de un lugar muy específico de Estados Unidos pero que es tan universal como lo es la preocupación de un padre por su hija.