Han pasado 15 años desde que Carla Subirana estrenó su primer largometraje documental hasta que hoy ha presentado en la Berlinale su primera película de ficción, ‘Sica’, pero ese dato se basa en una distinción que para ella carece de sentido. “Si entonces ‘Nadar’ (2008) era una película documental estructurada a la manera de una ficción, ahora ‘Sica’ es una ficción creada según una metodología documental”, nos cuenta la cineasta barcelonesa. “Para mí ambos formatos son dos caras de la misma moneda”. 

La nueva película está protagonizada por una niña de 14 años que, tras el naufragio de su padre, espera que el mar le devuelva el cuerpo, y que mientras investiga las circunstancias de la muerte se adentra en un doloroso viaje de descubrimiento. Fue rodada en Costa da Morte, en La Coruña, cuyo mar es uno de los más peligrosos del mundo. “Yo la visité en 2016, y me quedé alucinada”, recuerda Subirana. “El impacto emocional que me provocó me convenció de que tenía que hacer una película allí”.

La presencia en la Berlinale tanto de ‘Sica’ como de ‘20.000 especies de abejas’, la película de Estíbaliz Urresola que este año aspira al Oso de Oro, parece certificar el buen estado del cine español hecho por mujeres; en los últimos años este festival, sin ir más lejos, ha servido de plataforma de despegue para las carreras de cineastas como Carla Simón, Pilar Palomero y Alauda Ruiz de Azúa; Subirana, en cualquier caso huye de triunfalismos.

Una presencia femenina insuficiente

“Cuando yo estrené ‘Nadar’ la presencia femenina en nuestro cine era dolorosamente anecdótica, y está claro que hemos avanzado mucho; pero las estadísticas demuestran que la presencia de las mujeres sigue siendo muy insuficiente. Un desequilibrio tan grande como el que existía no puede corregirse en dos días. Debemos seguir trabajando”.

Si ‘Sica’ fue rodada en Galicia por una catalana, ‘Samsara’ -también presentada hoy en el certamen alemán fuera de la competición oficial-, es la ficción de un gallego filmada a caballo entre Laos y Zanzíbar. La bellísima nueva película de Lois Patiño utiliza el ciclo de nacimiento, vida, muerte y resurrección recogido en algunas religiones y escuelas filosóficas a modo de vehículo a bordo del que oponer dos culturas; una, encarnada por una escuela de monjes budistas; la otra, por una comunidad de mujeres que trabajan en granjas de algas.

Dividida claramente en dos partes a través de un hipnótico interludio de cine puramente experimental -que Patiño diseñó apoyándose en referentes como la obra de Stan Brakhage y ‘Blue’ (1993), de Derek Jarman-, ‘Samsara’ certifica algo parecido a un viraje en la obra del vigués. Inicialmente centrada en la tradición y el mito gallegos, en los últimos años -también a través de los cortos ‘Sycorax’ (2021) y ‘El sembrador de estrellas’ (2022)- se ha embarcado en la exploración de otras tradiciones culturales. “Siempre he sido muy viajero”, confiesa Patiño al respecto. “Y me interesa romper con la homogeneidad de la cultura occidental que domina nuestras pantallas, porque ver la vida desde otras perspectivas puede enseñarnos mucho”.