Pocos alimentos son tan ricos como el queso. Los hay de todos los tipos y cada uno tiene su preferido. Sirven como guarnición, como parte de miles de recetas, como parte esencial de la pizza, el san jacobo, los sándwiches... y hasta de principal. Sin embargo, en verano hay un problema: el calor hace estragos y se acelera mucho su descomposición.

Cada queso es un mundo y unos son más vulnerables que otros, pero a todos les afectan las altas temperaturas. Aunque los guardes en la nevera. Por eso es importante saber cómo podemos conseguir que se conserven mejor. Hoy te traemos nada menos que cinco trucos que podemos adaptar a todos los tipos de este riquísimo y nutritivo alimento.

Primer truco: Quesos blandos

Queso mozzarella Pixabay

Este tipo se caracteriza por una alta humedad y se estropea rápidamente con el calor. El mozzarella, entre muchos otros, corren el riesgo de derretirse y quedar inservibles. Para evitarlo podemos recubrirlos con papel vegetal y guardarlos en una fiambrera que tenga un cierre seguro. Esto protege al queso de las altas temperaturas y el aire cálido.

Segundo truco: Quesos duros

Queso parmesano Pixabay

Los más compactos como el parmesano, por el contrario, tienen en la falta de humedad su principal problema. Esto los hace vulnerables a las bacterias, que en verano proliferan con más facilidad. Para evitar esto nuestra recomendación es que envuelvas todo el queso con un film. Así no pasará el aire y tampoco esos dichosos microorganismos.

Tercer truco: Quesos curados y semicurados

Queso manchego Pixabay

Estos ya han tenido un mayor grado de tratamiento y sufren mucho con el calor. En este caso no es recomendable ceñirlos con un envoltorio y lo mejor es depositarlos en un plato o bandeja y poner un paño encima que no asfixie completamente al queso curado o semicurado.

Cuarto truco: Queso fresco

Queso fresco Pixabay

Pocas cosas hay más apetecibles en verano que un buen trozo de queso fresco. Este alimento se conserva a base de su propio líquido, así que hemos de asegurarnos de que se conserve. Para ello hemos de depositarlo en un recipiente que no sea demasiado grande y conservarlo en un lugar frío. Otro truco adicional es poner dentro del recipiente una hoja de papel de cocina debajo del queso: así se absorbe el líquido y el queso puede nutrirse de él conforme lo necesite.

Quinto truco: válido para todos los quesos

Tacos de queso Pixabay

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Si no te sirve ninguno de los consejos previos hay un método que nunca falla y vale para todos los quesos. Consiste en cortarlo en dados y meterlo en un recipiente con aceite de oliva, que es un excelente conservante natural. Además es un aperitivo muy rico y apetecible. Si le pones romero u otro tipo de especia está todavía más bueno.