Los experimentos, mejor con gaseosa. Así que si no quieres echar a perder el marisco que estás pensando en disfrutar esta Navidad mejor que sigas esta receta que te explicamos a continuación. Por ejemplificar con el manjar más deseado por los comensales hemos elegido las centollas, aunque sería aconsejable que no tardaras mucho en comprarla.

A la olla, vivas

Tanto si lo vas a congelar como a comerlo en el mismo día, desde los marineros más veteranos a reputados cocineros coinciden en que el marisco hay que cocerlo vivo para que exprimir el máximo su sabor y que sepa a recién salido del mar. Teniendo esto claro, llega el paso crucial: la cocción. Cualquier error puede acabar arruinando esa deseada mariscada. Para evitar un desastre así lo primero es hacerse con una olla de suficiente capacidad como para sumergir por completo las piezas. Pensemos a lo grande: si te propones cocer cinco centollas, ni una sola puede asomar a la superficie.

Una vez dentro de la olla llega el momento de la sal. Y esto no es menos importante. Salvo que vivas cerca del mar y tengas ganas de cargar con un cubo de agua salada, la cocción del marisco con agua del grifo siempre necesitará de este ingrediente y en su justa medida. ¿Y cuál es la justa medida?

¿Cuánta sal?

A la pregunta sobre la dosis de sal que necesitarás verter en la olla, tal vez te suene esta contestación: "Un puñadito”. Pero esta recurrente respuesta no vale como referencia a quienes se atreven por primera vez a cocinar al rey del marisco. Para no correr riesgos, lo mejor es que viertan en la olla 60 gramos de sal (gorda, obligatoriamente) por cada una de las piezas. Por tanto, para cinco centollas necesitaremos verter 300 gramos en total.

Este es el momento de añadirle un ingrediente inexcusable de la receta tradicional: hojas secas de laurel. En este caso no hay necesidad de cubrir toda la superficie del agua, bastaría con unas cuantas hojas.

Llegados a este punto hay que poner al máximo de potencia el hornillo o la vitrocerámica. Será a partir de que hierva el agua, nunca antes, cuando comience la cuenta atrás. Pon el cronómetro porque una vez arranque a burbujear el interior de la olla tendrás que esperar 9 minutos, 10 como máximo. Agotado este tiempo hay que retirar de inmediato la olla del fuego.

A partir de aquí solo tienes que retirar las centollas, colocarlas en un recipiente abierto, como una bandeja, y dejarlas a enfriar a temperatura ambiente (siempre que esta sea fresca, de lo contrario, mejor a la nevera). Pasadas unas horas ya estarán listas para despiezarlas y llevárselas a la boca esta Navidad.