La misma semana en que en que Henry Cavill se ha marchado de The Witcher, se ha oficializado otra retirada de calado en una veterana serie de televisión con el estreno en España de sus nuevos episodios. Ellen Pompeo se aparta de Anatomía de Grey, título que acumula ya un total de 19 temporadas en antena y un par de spin offs. Mientras que en el caso de la obra de fantasía de Netflix, el relevo del actor por Liam Hemsworth ha suscitado enconados debates sobre si debería cancelarse o no la serie, no pasa lo mismo con los chicos del Hospital Seattle Grace, donde esa posibilidad no se le ha pasado a nadie por la cabeza en ningún momento. De hecho, ya se está diciendo que Meredith Grey acabará como personaje secundario y seguirá apareciendo puntualmente en algunos episodios. Y eso que el drama médico puede decir que tiene más que amortizada su vida televisiva.

Es normal que las grandes cadenas no estén dispuestas a renunciar a su gallina de los huevos de oro. Pensarán: "Hemos tenido varios James Bond, varios Tarzán, tres spidermanes y un presentador de Saber y Ganar. ¿Qué podría salir mal?". Como cantaba Freddie Mercury, the show must go on (el espectáculo debe continuar). Pero por muy legítimo que sea el ánimo de lucro de los productores, cuando el protagonista se marcha quizá es hora de bajar el telón. Estos relevos al frente del reparto rara vez han funcionado. Casi sale más a cuenta empezar una serie nueva.

En el caso de The Witcher, tampoco se puede decir que el negocio le hubiera salido muy bien a Netflix. Era el título con el que el gigante rojo pretendía crear su propio Juego de Tronos. Un objetivo que no han conseguido ni de lejos. ¿Alguien se ha acordado de ella en este reciente duelo de fantasía medieval que hemos tenido entre La casa del dragón y Los anillos del Poder? La verdad es que ni estaba, ni se la esperaba. Tímidamente en pleno estreno de los dos titanes se anunció que la tercera temporada de la serie basada en los libros de Andrzej Sapkowski llegaría en verano del año que viene. Pero unas semanas más tarde nos hemos enterado que el anuncio de los nuevos episodios venía con trampa.

La realidad es que el protagonista se bajaba del barco y habría un nuevo actor bajo la piel de Geralt de Rivia a partir de la entrega siguiente, la cuarta. No hay que olvidar que los planes de Netflix eran los de hacer siete temporadas. Y ya no sabemos si la retirada de Cavill se debe a se va a poner las mallas de Superman, porque se pasa al Universo Marvel (el actor se ha metido en el bolsillo a muchos fans mostrando su faceta más friki) o porque no le gustaba la deriva de la serie, disgustado porque los guiones se apartaban demasiado del material literario que adaptaba.

Incluso esta semana el actor se ha permitido un pequeño troleo diciendo que estaba abierto a entrar en la segunda temporada de La casa del dragón. Con ese rubio platino que luce en la que era su serie podría colar perfectamente como un Targaryen y gritar Drakarys como un campeón. Lo cierto es que, con su marcha, The Witcher ha quedado herida de muerte, a pesar de que no era el pelotazo que siempre había querido ser. Si el protagonista abandona, ¿por qué deberían quedarse los espectadores?

Cuestión diferente es la de Anatomía de Grey. Muchos llevan tanto tiempo enterrándola, que no sé lo que saldrá de esto. Ellen Pompeo se va. Quiere hacer otras cosas. Y yo la verdad es que no recuerdo haberla visto en otro papel más que éste en estas casi ya dos décadas. La mayoría de los miembros del reparto original habían ido cayendo con el paso de los años.

Para algunos la puerta se cerró de manera fulminante, para otros quedó entornada y siempre han podido hacer alguna que otra reaparición. La diferencia estaba en si se habían peleado o no con Shonda Rhimes, la todopoderosa showrunner de la serie. Enemistarse con ella, podía suponer una muerte de su personaje en la ficción mucho más cruenta que las de Juego de Tronos. Después de tantos años en antena, sabíamos que no había nadie sagrado y que cualquiera podía caer, por mucho peso que tuviera en el reparto. La serie ha tenido tantos personajes secundarios entrando y saliendo, que de alguna manera los acabábamos olvidando tras su marcha.

Pero Meredith parecía intocable. Casi era la única que quedaba ya. Pero la actriz da por hecho que todo continuará sin ella que hasta promete que seguirá apareciendo de vez en cuando. ¿Resistirá mucho Anatomía de Grey sin ella? ¿O será que seguir la serie no es seguir a sus personajes, sino a una forma de contar historias? Sacar el pañuelo y ponerse a llorar.

Cambiar de protagonista no es un fenómeno nuevo en la pequeña pantalla. Hay sucesos en la vida real de los intérpretes que de alguna manera acaban torpedeando lo que les ocurre a sus personajes en la ficción. Casos recientes hemos tenido unos cuantos. Sobre todo desde que a raíz del MeToo algunas de las estrellas se vieran señaladas por feas acusaciones de acoso o de abusos sexuales. Le pasó a Kevin Spacey con despido fulminante en la temporada final de House of Cards y todos sabemos lo mal que terminó aquella serie, convertida en una burla a lo que había sido uno de los primeros títulos de Netflix.

Otro tanto le ocurrió a Jeffrey Tambor en Transparent, pero en este caso los productores optaron por cerrar la serie con un episodio final especial para atar todos los cabos sueltos, en lugar de hundirla con una temporada que poco hubiera podido aportar.

Otras veces el relevo se ha producido por el cansancio del protagonista y sus ganas de buscar aires nuevos después de pasar años encasillado en el mismo papel. Fue lo que le pasó a Andrew Lincoln en The Walking Dead, con una salida de su personaje resuelta de una manera muy chapucera, porque casi nos interesaban más los interrogantes que su marcha dejaba que lo que le pasaba al resto de los secundarios en la trama. Y así les ha ido, la serie de los muertos vivientes llega ya a una última temporada de la que la gran mayoría de sus audiencias parece haberse marchado ya.

Lo de Rick Grimes puede ser algo muy parecido a lo de Grissom en CSI Las Vegas, donde ninguno de sus relevos, y tuvo unos cuantos, tampoco cuajó.

Cuando el protagonista o un personaje principal se va, conviene no darle una salida demasiado definitiva a su personaje. Luego puede ocurrir que, una vez que ha visto lo que hay fuera de esa serie que durante tantos años le ha dado calor, no le gusta la experiencia y luego pretenda volver. Dejando a los guionistas la elección de recurrir al hermano gemelo, al no estaba muerto estaba de parranda; incluso a acudir a sueños, realidades alternativas y otras cosas de ese estilo. Recurso este último que, si no estás en una serie de ciencia ficción, es muy difícil de colar. O ponerse una pinza en la nariz, volver a meterlo allí y hacer como si éste nunca se hubiera ido.

Las experiencias pasadas nos dicen que cuando determinado personaje se marcha, quizá va siendo hora de echar el telón. Antes de que sea el público quien lo haga, dejando plantando a toda la troupe en media actuación en el escenario.