Dos meses después de la muerte de Isabel II de Inglaterra, Netflix ha estrenado la quinta temporada del biopic de la monarca británica. 'The Crown' es una de las series más aclamadas de la plataforma, pero en esta última entrega se ha dado la paradoja de que, pese a ser la más esperada, ha sido precisamente por ese motivo que se haya convertido en la más decepcionante. Parece que el plato fuerte de la serie se lo han querido reservar para la temporada final. Ésa cuyo rodaje paralizó en Barcelona como muestra de respeto tras el deceso de la monarca. Imagínense mi desconcierto porque, entre tanto cruce de declaraciones de si esta quinta entrega iba a ser o no la última, yo estaba convencido de que realmente era el final. Que ya no habría más. Por lo que, tras ver el último episodio, pensé que se habían marcado un Tony Soprano y que lo que acababa de ver era realmente el desenlace de la historia. Hasta había llegado a convencerme de que realmente tal y como se cierra todo, la cosa hasta podría funcionar. Pero luego recapacito y caigo en la cuenta de que no, que prescindir de uno de los hechos que más han conmocionado a la familia real británica en estos últimos años era realmente un error.

Para todos aquellos que no hayan visto aún esta última entrega aviso que vienen spoilers. No sobre lo que pasa, sino precisamente sobre lo que no ocurre. Se supone que esta era la temporada en la que se nos iba a contar la muerte de Diana de Gales, pero no. La trama termina justo unas pocas semanas antes de que la princesa muriera en un accidente de tráfico en el parisino puente de l'Alma. Pero como he dicho antes, eso es algo que aquí no veremos. Al menos hasta la sexta temporada.

La manera en que Peter Morgan, guionista de la serie, abordará el dramático suceso es todo un misterio. Más que nada porque se trata de una historia que ya nos ha contado. La película 'The Queen' de Stephen Frears es un epílogo perfecto para todos aquellos que se queden con mono de 'The Crown' tras ver su último episodio. Un filme del que por cierto Morgan es también el guionista. En ella, no solo vemos cómo vivió la familia real británica la muerte de Lady Di, sino que se ahonda en la relación en aquellos turbulentos días entre la monarca y el entonces recién nombrado primer ministro Tony Blair. La relación de Isabel II con todos los inquilinos de Downing Street ha sido una constante a lo largo de estas temporada de 'The Crown'. La serie pocas cosas más va a poder aportar a lo que ya nos contó aquella película, pero sin esta trama es impensable.

Por eso me llamó la atención el hecho de que, mientras en el resto de temporadas la serie se ha dedicado a ir documentando y reflejando la historia del reinado de Isabel II, en este episodio final se ha jugado mucho con el hecho estar contando hechos de sobra conocidos y que el espectador medio sabe perfectamente cómo van a terminar. No deja de parecer hasta de broma ver a Dodi Al Fayed diciendo que ha encontrado el amor verdadero tras pedir matrimonio a una modelo norteamericana, muy poco antes del fatídico accidente en el que él también perdió la vida. Por cierto, que los amantes de las teorías de la conspiración podrán encontrar pequeños guiños en esta última entrega para seguir alimentando sus historias. ¿Habrá sido por este motivo por el que los guionistas sí que han querido precisar esta vez que los hechos que se cuentan son ficción?

Ha sido la tercera vez que la serie renueva su reparto. Pero como ya pasó el año pasado, la joya de la corona ha sido el papel de Diana de Gales. Elisabeth Debicky ha sorprendido por haberse sabido convertir en la trágicamente desaparecida princesa. Realmente parece ella. Destaca también la elección de Dominic West para encarnar al príncipe Carlos, quien por cierto se le ve muy impaciente en estos episodios en que su madre abdique y le ceda a él la corona. El actor fue una de las estrellas de la mítica 'The Wire', pero también una serie que durante cinco temporadas hizo una radiografía sobre la infidelidad, 'The Affair'. ¿Hay alguna referencia oculta por aquí? El divorcio de Lady Di y Carlos lo fagocita todo. Hasta el personaje de la princesa Margarita, que había sido uno de los mejores de las primeras temporadas, pasa a ser aquí totalmente irrelevante. Por mucho de que haya contado con un episodio dedicado a ella y al triste epílogo de uno de sus primeros romances.

La temporada termina con la última visita de la monarca al yate de la Familia Real, el Britannia, para despedirse de él, porque está a punto de ser desmantelado. La lujosa embarcación se había convertido en una tara para la imagen pública de la monarquía. Todo un derroche para una institución que se encontraba muy cuestionada por la ciudadanía y a la que el mediático divorcio entre Carlos y Diana, también había pasado factura. Diana Spencer era la princesa del pueblo, aunque la serie cuestiona que realmente esto fuera así. El yate había pasado a ser algo tan obsoleto como la Corona y, llegado su momento, era la hora de ponerle fin. ¿Habría algún tipo de mensaje oculto sobre si éste debía ser o no el final de la serie? Lo que está claro, es que sin la muerte de Diana, la trama se quedaba coja. Un biopic sobre la monarca no debía obviar este suceso, por mucho que el guionista ya nos haya contado esa historia.

Hasta ahora cada temporada ha venido a contarnos una década de la vida de Isabel II. Teniendo en cuenta que en esta quinta entrega nos hemos quedado en los 90, la lógica nos diría que la cosa podría dar para dos temporadas más. El primer referéndum de autodeterminación de Escocia; el convulso gobierno de Boris Johnson, con el brexit y la pandemia por en medio; los escándalos sexuales del príncipe Andrés; y los quebraderos de cabeza que el príncipe Harry y Meghan Markle han traído a la Familia Real serían tramas muy aprovechables para estas dos entregas. Parece que la intención de Netflix es hacer solo una más, por lo que no sabemos si la trama llegará hasta los últimos días del reinado de Isabel. Al menos tenemos garantizada una temporada más y que podríamos ver en un año. God save the Queen.