­La sorpresa no es que España cayera ante Croacia en baloncesto masculino. Lo inexplicable es que los chicos en formol de Scariolo lideraran en un momento dado el choque por catorce puntos. Dos miembros del quinteto titular, Ricky y Rudy, sumaron cero puntos en todo el encuentro, pese a permanecer 44 minutos en pista. Navarro suma otro cero con doce minutos sobre el parqué. Los triples corrían a cargo de Gasol y Reyes.

Sin ánimo de ensañamiento, Navarro y Ricky obtuvieron una valoración negativa. A juzgar por el debut, convocar al escolta barcelonista equivale a que la selección de fútbol movilizara a Xavi Hernández. O a Raúl. Un merecido homenaje, pero se suponía que se acude a los Juegos a pelear por una medalla. En cuanto al base de los Timberwolves, sonroja observar cómo el defensor rival le concede dos metros para invitarlo a lanzar y a fallar.

La treta funcionó desde el primer minuto, un magistral torero sin estoque. En el mejor terceto de perímetro de la historia del baloncesto español, los Sergios Rodríguez y Llull aguantaron el tipo con una veintena de puntos. En cambio, a Rudy le aqueja una crisis existencial. Se acomodó en un rincón y se limitó a acumular minutos en pista ya que no puntos. Se sumió en la melancolía tras frustrar dos triples de aprendiz. Los benévolos comentaristas resaltaban su labor defensiva.

Por lo visto, su defendido Bogdanovic no se enteró de que le estaban anulando de maravilla, porque se desató en un vendaval de 23 puntos y 21 de valoración. Conviene recordar que Ricky, Rudy y Navarro no puntuaron ni de tiros libres. Ni siquiera obligaron a sus defensores a emplear técnicas represivas. España no existió, y fue reemplazada por el asombroso tándem de Gasol y Mirotic.

Ante la esterilidad de los hombres bajos, los dos gigantes sumaron 38 de 56 puntos totales, y así sucesivamente hasta 42 de 63. Scariolo no lidera una selección campeona, sino un conjunto vintage que permite apreciar el contraste entre la actualidad y el currículo de sus jugadores. Salvo Calderón, que no jugó. Claro que si Hernángómez, otro cero en tres minutos, cabe en la NBA, nos equivocamos nosotros. La leyenda contribuye cuando menos a que España sea el equipo a destruir.

De ahí la alegría desaforada de los croatas, tras remontar un partido donde la única injusticia fue que acabara con un tapón a Gasol.