Ahora es todo un ídolo, uno de los deportistas más famosos de su país: Inglaterra, pero detrás ha dejado un difícil pasado en el que ha tenido que superar numerosos obstáculos. Se trata de Tom Daley, el saltador de trampolín de 22 años que junto a su compañero Daniel Goodfellow conquistaba la medalla de bronce en la modalidad de saltos de trampolín sincronizado en los Juegos de Río.

Daley ha confesado que sufrió acoso escolar en su etapa en el instituto: “Me tiraban cosas, me aplastaban contra el suelo sin razón aparente. Y a los demás les parecía gracioso. Era como si el mundo entero estuviera contra mí y empecé a dudar de quién era y en lo que creía”, declaró.

El saltador británico hacía historia al participar en los Juegos de Pekín 2008 con tan sólo 14 años. Su entrenador en esa época confesó que Daley no quería ser olímpico y que “prefería estar muerto a seguir entrenando”. El padre del saltador lo sacó de la escuela y dejó su trabajo para estar con él todo el día. Fue su gran apoyo pero un año antes de los Juegos de Londres, fallecía a causa de un tumor cerebral. Daley le dedicaba la medalla de bronce conquistada en los Juegos de 2012.

Tom Daley, tras pasar por varias graves lesiones que le volvían a sumergir en la amargura, saltaba a la fama de forma definitiva tras confesar su homosexualidad en un vídeo difundido por él mismo en su propio canal de youtube. Se convertía entonces en un icono de la lucha por la igualdad y los derechos de los homosexuales e incluso llegó a protagonizar un reality televisivo sobre su vida. Son varios los casos de deportistas que han seguido los pasos de Daley revelando su homosexualidad, como es le caso del waterpolista Víctor Gutiérrez o el jugador de fútbol americano Michael Sam.

La medalla de bronce lograda en Río se une a una larga lista de récords: fue el oro más joven de los europeos a sus 13 años, el saltador de trampolín más joven con 14 y el campeón mundial más joven con 15.