El haltera de Kiribati es una de las sensaciones de estos Juegos. Proviene de uno de los países más pequeños de los participantes en las Olimpiadas, pero él es un tipo grande. Lo demostró desde el inicio de los Juegos de Río, cuando enseñó a todo el planeta cómo debe un abanderado ondear el estandarte de su país en condiciones, con una mezcla perfecta de desparpajo y orgullo.

Han ido pasado las jornadas y quizás alguno se preguntara qué había sido del chico kiribatiano. Para alegría de todos, en esta jornada de lunes ha reaparecido. Lo ha hecho en una de las pruebas clasificatorias de levantamiento de peso, en la categoría de menos de 105 kilos de peso.

El simpático haltera ha levantado con éxito sus pesas y se ha marcado un inesperado baile de celebración que ha sorprendido a todo el mundo. ¡Tiene clase, el chaval!

Y no sólo baila cuando le salen bien las cosas. También lo hace cuando fracasa en su intento, dando ejemplo de saber perder. Una muestra del espíritu de los Juegos que debería imperar en esta y todas las celebraciones deportivas.