Puede que esta haya sido la semana en la que más he escuchado hablar de fútbol en mucho tiempo a la hora de hacerlo sobre el Valencia. No hay nada como un par de buenos resultados para ver la vida en esto del fútbol con otros ojos, y mira que nuestro Valencia de cada día siempre da carnaza para comentar sin que haya un balón de por medio. Pero esta semana ni la sanción a Miguel ni las estrategias de los abogados han podido más (salvo para quienes solo tienen ojos para ello) que los goles de Villa, la magia de Silva o las buenas maneras que apunta Banega, por citar tres nombres propios que en los últimos días han copado portadas y páginas en SUPER. Solo nos queda esperar que no se cumpla ese proverbio castellano que dice que «cuando hace un buen día seguro que por el camino ya se acerca alguien para joderlo». Por gente que puede cruzarse en ese camino no será -más aún en la semana del ´amigos de Albelda contra amigos de Soler´-, si bien hay uno que está por encima del resto por aquello de que en el fútbol la que corta el bacalao es la pelotita. Michael Laudrup se llama el susodicho.

Los de Koeman van a toparse con un rival, el Getafe, con una solera futbolística que ya quisieran para sí tener hoy en día el Valladolid y el Betis (lo cual no resta valor y menos importancia a las dos victorias consecutivas). Para más inri, el Coliseum Alfonso Pérez es lo más parecido a una ratonera para los blanquinegros. El Valencia nunca ha ganado allí. Lograr la victoria esta tarde o sucumbir en el intento decantará la balanza un poquito más hacia los que creemos en este proyecto o hacia el lado de los que no las tienen todas consigo con Koeman y sus ideas. A partir de ahí, cuando la balanza se haya movido para un lado u otro, veremos de lo que hablamos y, sobre todo, en qué tono lo hacemos en los turbulentos días que nos esperan en los pasillos de los juzgados. Por ello es por lo que apunto a Michael Laudrup como una de las personas que se van a cruzar en el camino de los de Koeman y que pueden hacer con la pelotita lo que el niño de Serrat.

Más allá del partido en sí, ver a Koeman y Laudrup librar una batalla de banquillos le hace a uno sentirse un poco más mayor de lo que es. Nunca olvidaré como el danés durmió con el exterior de su pie derecho un balón que caía con muchísima mala leche del cielo de Mestalla. Digamos que uno y otro formaron parte de la última colección de cromos de fútbol que un servidor llegó a completar gracias a muchas horas de ocio en el patio del colegio y al don de darle la vuelta a los cromos con el vuelo de las manos. Está claro que tampoco estoy diciendo «yo ví jugar a Claramunt»... pero con comentarios como el del majestuoso control de balón de Laudrup uno empieza a sentirse mayor.

En un intento absurdo de contrarrestar el efecto del paso del tiempo, en un principio, cuando Koeman tomó la decisión, no quería hacerme a la idea de no volver a ver a Albelda con el ´6´ del Valencia a la espalda. Pero amigo, el reloj del fútbol nunca se para y los cromos cambian. Ahora lo que espero que suceda (lo primero es que sea Laudrup quien se vaya jodido hoy a casa) es que ese desfile de cracks por los juzgados no lo conviertan entre unos y otros en un sainete del valencianismo, aunque claro, los hay que esperan ese viernes 22 de febrero con más fervor informativo que la eliminatoria ante el Barça. Allá cada cual. ¡Pasajeros, al tren!