Si después de la aceptable secuela de Blade Runner (sí, yo también le tenía pánico...), a Ridley Scott le hubiera dado, en lugar de idear Gladiator 2, por hacer una remake de su obra maestra con tintes granotas, a buen seguro el discurso final de Roy Batty rezaría tal que así: «Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Silbar a Latorre e Iborra en el Ciutat... He visto a tribuneros como Chicha y Congo ovacionados por el Templo... Todos esos momentos se perderán... (afortunadamente) como lágrimas en la lluvia».

Como bien decía el incomparable Andrés Montes, el talento está siempre bajo sospecha. En los momentos difíciles, en la mediocridad, la raza (natural o fingida) sobrevive mientras la genialidad se ahoga en la duda. Y la frustración del aficionado ante los malos resultados se torna siempre en iracunda crítica hacia el supuesto responsable de iluminar el camino, el faro, el especial€ el distinto.

En la Argentina de Maradona, Messi es un pecho frío; Xavi Hernández, cerebro del mejor Barça y la mejor España de la historia, tuvo las maletas hechas en dirección Milán al calor de la desconfianza de quienes luego le idolatrarían€ El mundo del fútbol, pasionalmente irracional, martiriza la magia exigiéndole una continuidad utópica, reclamándole a Beethoven 90 sinfonías en lugar de 9, y a Shakespeare, un Hamlet por semana.

Hace no tantos meses, cuando Parejo era una divinidad y Campaña no se atrevía a dar un pase vertical de más de dos metros, me harté de decírselo a un buen amigo valencianista. «Que no, que no te lo cambio». Me miraba con condescendencia, pensando «Pobre despistao».

El domingo pasado, en Villarreal, cuando El Maestro recibió el balón en campo propio, pegado a la línea de banda, ni siquiera los mayores admiradores del fútbol hecho arte que brota de la inventiva del sevillano imaginábamos que estábamos a punto de presenciar una nueva maravilla de la otrora joya de la corona de la cantera sevillista.

Con la elegancia de los elegidos, Don José sentó a tres rivales para arrancar su slalom, dejó por el camino un caño de abusón y dibujó, con una suficiencia de escándalo y una precisión para analizar en el MIT, un balón entre líneas que sólo admitía un destino: la red.

Pero Campaña es mucho más que una jugada de súper clase. Su partido en el Estadio de la Cerámica es un auténtico máster balompédico. Nunca un toque más de lo necesario, y siempre en la dirección adecuada. Físicamente sacrificado y posicionalmente perfecto. Por eso Paco López se desesperaba en banda pidiéndole que aguantara los 20 últimos minutos, como estamos habituados a que haga.

No nos equivoquemos, a día de hoy, José Campaña es, de largo, el futbolista más importante de esta plantilla. Por algo siempre ha sido indiscutible para dos personalidades tan dispares en los banquillos como Muñiz o el Mentalista de Silla. Los 15 millones de su cláusula de rescisión son una ganga en el mercado actual, y bien haría el Levante en no jugar con fuego.

Esta noche, José Molina, actual director deportivo de la selección española, estará presente en el Templo para ver en directo el Levante-Real Sociedad, y yo cada día veo menos improbable que Ernesto Domínguez, El Galgo de Vallejo, hasta la fecha único jugador de la historia que ha vestido la roja siendo jugador del decano valenciano, encuentre sucesor... Maestro, va por usted.

* Sin Tregua, además de radiar todos los partidos en competición oficial que disputa el Levante UD, se emite en directo en la 97.7 Radio Levante de lunes a jueves de 20:00 a 21:00 y de 23:00 a 00:00 en redifusión.