Cuando la forma de proceder en un club consiste en buscar el consenso en todas las decisiones, especialmente en esas que son trascendentes para la sociedad, también ha de haber un mecanismo para el momento en que eso falla. Para que el día en que nadie sea capaz de moverse de sus líneas rojas no estalle la guerra y vaya todo por el aire en el momento menos indicado para ello, como puede pasar en el Valencia CF si no se le pone remedio en esta cita entre Mateu y el máximo accionista en Singapur. Como ya he escrito otras veces este mismo verano, consenso no puede haber siempre cuando opinan tres, cuatro o cinco personas. Mucho menos en un asunto como el fútbol. Si lo hay es porque alguna o algunas de las partes acaba cediendo. O tragando. Y eso llega el día en que ya no vale. Y la gente ya no sabe hacia dónde mirar porque duda de todo, de quién son los buenos y los malos. Al final, lo que el aficionado va a pensar es que si no son capaces de ponerse de acuerdo con ese 10% que faltaría por concretar para tener la mejor plantilla posible todos son malos.

No sé hasta qué punto Lim le ha tomado la matrícula a Mateu -o a MarcelinoEs importante que a este cara a cara no se llegue con una decisión tomada porque entre otras cosas no es Peter Lim esa persona que cambia sus decisiones de la noche a la mañana. Tardó meses en echarse atrás después de haber apostado por su amigo Gary Neville para entrenar nada menos que al Valencia CF y más de dos años en deshacer el disparate de nombrar a Layhoon Chan presidenta del club. Por eso, y respecto a esta cita de la que está pendiente todo el valencianismo, lo primero que se puede desear es que no haya decisiones tomadas de antemano y que todo esté abierto al diálogo. Si no es así, pocas noticias positivas se pueden esperar.

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