Cada día que pasa de la cuarentena por el Coronavirus estoy más harto. Pero no de estar en casa, un privilegio al que intento cogerle el gusto después de tanto tiempo del dormitorio a la redacción. Y tampoco del teletrabajo, que tiene su punto. No, no es de eso.

De lo que estoy harto es de los listos que ya lo sabían, de los jetas que sólo piensan en su culo, de los que son los primeros en criticar y los últimos en proponer, de los que ven el vaso medio vacío, de los quejicas, de los tóxicos convencidos de que ellos no son tóxicos pero sí todos los demás, de los incendiarios, de los buenistas, de los que se alegran del mal ajeno, de los capciosos, de los que salen a comprar en mascarilla y pijama, de Nostradamus y Los Simpson, de los apocalípticos y de los chorizos que han vuelto a saquear al Saguntino.

Harto, muy harto, de los policías de balcón, de la fiebre primero por comprar papel higiénico y ahora por darle toques, de los que retan, de los que van de runners y lo más que hacen es trotar, de los conspiranoicos, de los dinosaurios del COI, de los neandertales de la FIFA, de la prehistoria en su conjunto, de los cenizos, de los que tienen jardín, de los que se graban en sus casoplones corriendo en máquinas de última generación, del postureo, de los inconscientes que se saltan las normas de un confinamiento que es por el bien de todos, de Jovic y de los mentirosos.

Hartísimo de Jovic otra vez, de los entrenadores amarrateguis, de los videos robados con el móvil, del pangolín, de las pérdidas de Parejo, de los que se inventan los hastags, de las pérdidas de Campaña, de los que te dejan en leído hasta que les haces falta, de los que cobrando millones van de solidarios con Ibai y sus videojuegos, de los defensores y practicantes de la puerta cerrada, de la crisis económica que se nos viene encima, de los falsos influencers y de los gurús en general y los de las redes en particular.

Creo que están todos, aunque al final del artículo, para que nadie se ofenda, haré un repaso por si me dejo a alguno.

En mitad de todo el ruido

Estoy harto y quiero que quede claro por si aún no lo estaba. Así que te invito desde aquí, aunque cueste, a que seamos positivos, a hacer más y a hablar menos, a movernos por el prójimo, a seguir luchando, a ser generosos y solidarios, a dar ejemplo, a que nos paremos a pensar en mitad del ruido, a que tengamos claro que esto pasará y a que no dudemos de que este partido lo vamos a ganar. Porque el fútbol, los fichajes y el deporte volverán y aquí seguiremos hasta entonces para irte contando cómo, dónde y cuándo. Y sí, estoy harto también, se me olvidaba, de los que no compartirán este artículo con nadie ni en Twitter ni en Facebook pese a haberlo apurado hasta la última línea.