Ya estamos calentando motores en España, y otros países también tienen previsto comenzar sus ligas pronto, con el fin de intentar acabarlas en julio y que la próxima temporada pueda empezar a mitad de septiembre o a inicios de octubre.

En Alemania, que ya lleva tres jornadas de post-Covid, o mejor dicho, de reestreno de su fútbol, se ha producido un hecho que me ha llamado la atención. En efecto, siempre nos habíamos quejado de lo frío que quedaba un campo sin público (en los partidos que, por sanción a algún equipo, se disputaban sin él) y que se oían todos los sonidos de los jugadores.

Así, un rugido o un suspiro daban la sensación de que los deportistas eran más humanos, más cercanos a nosotros, pero, al mismo tiempo, también los hacía más frágiles y, la verdad, a muchos les parecía y les parece un sinsentido.

Sin afición no es fútbol, se quejan los más viejos del lugar y no sin razón. Por ello, la compañía Bein, que es la que transmite la Bundesliga, tuvo una idea que, a mi entender, es brillante. Y es que, a falta de pan, buenas son tortas, como el refranero recuerda.

Las tortas son unos sonidos pregrabados de las aficiones de cada equipo de casa que, puestas mientras los jabatos luchan en el rectángulo, oyen a sus seguidores cantando, pitando, achuchando y, en definitiva, animando el partido.

Nadie, de momento, porque nunca se tiene a todo el mundo satisfecho, ha sido crítico con la medida y, para mí, ha sido la mejor aportación en ese fútbol casi mudo (no todo, porque los gemidos de los futbolistas se oyen) y, dicho sea, estoy esperando que la Liga española la haga suya.

De esa forma, podremos casi sentir el calor del apoyo en ese a modo de play- back televisivo o de karaoke, y las voces de los comentaristas no tendrán que ser lo único que se oiga. Quiero que se entonen himnos, que se griten consignas y que se canten goles (¿me imagino que habrá un técnico preparado para un play-back cuando entre la pelota en la portería?), como si el fútbol estuviera ya preparado para volver "normalmente".

Los alemanes nos han dado una lección con este invento, aunque ahora espero que no venga algún listo para que se emitan grabaciones con insultos al árbitro o a su madre, gritos racistas o consignas contra tal o cual equipo, como todos hemos oído alguna vez.

Quizá sea la forma de que se oigan solo cosas buenas, apoyos puros y que se dejen de lado las animosidades poco agradables. A ver si el Covid-19 nos da una alegría al fin, que no sería sino que aprendiéramos de las grabaciones y que veamos que, con un apoyo sano, no hace falta nada más.

En fin, a ver si con eso tenemos unos mejores comportamientos, pero ojo, espero que el siguiendo paso no sea transformar la afición humana en robots que llenen los campos... Es broma, pero como buen amante de la ciencia ficción, hay que pensar más allá de la realidad. Y, mientras, recomiendo a quien pueda ver la plataforma Netflix, el documental 'El último baile', sobre la figura de Michael Jordan. Gustará o no, pero no dejará indiferente y, en honor a la verdad, me ha enganchado. Ánimos y #APorLaFaseTres# #YaQuedaMenos.