Al Valencia CF se le escapó la victoria en un partido en que hizo casi todo lo que debía para ganar. Marcó dos goles que pudieron ser más y Jaume le detuvo un penalti a Messi. Fue la jugada clave por muchas razones, primero porque venía de una jugada en la que Maxi Gómez lo tuvo todo a su favor para haber anotado el 0-2, después porque el propio Messi, rozando el fuera de juego, lograba el empate en la continuación de la excelente intervención del portero, y también porque en realidad todo eso no tenía que haber ocurrido, porque ni era penalti ni seguramente era nada.

Sea por inspiración o porque a Koeman se le está poniendo cara de Van Gaal, se vieron brotes verdes en la propuesta ofensiva del Valencia, que esta vez no se limitó simplemente a alejar la pelota sino que además intentó hacer daño cuando la tenía, lógico porque se vio desde el primer momento que, a poco que se lo propusiera, podía hacerlo. Cualquier parecido de esto con lo que vimos el día del Athletic es pura coincidencia, no es el mismo equipo ni parecen los mismos futbolistas. Influyó en ello la energía que por fin recuperó Guedes, a pesar de una impunidad escandalosa con todas la patadas que le dan, y también la presencia de Gayà, que además de llegada y asistencias aporta criterio y desatasca mucho la salida del balón.

Le sigue faltando siempre algo a este Valencia CF para arrancar de verdad, cuando no es por el pito es por la pelota, pero la realidad demuestra que cuando hay un plan el equipo es capaz de mucho más.