Las autoridades endurecen las restricciones en el deporte y en el resto de ámbitos del día a día, en parte es normal porque la situación se nos ha ido de las manos, y se les ha ido a ellos también, pero como siempre acaba pagando las consecuencias mucha gente de bien y no los caraduras que no miran por nada ni por nadie. Después de ver a aficionados del Athletic celebrar la Supercopa sin ningún respeto por nada, no todos lógicamente, de ver los abrazos en la grada con cada gol del Navalcarnero, o simplemente escuchar las cifras de los últimos días, lo extraño es que no se vuelva a parar todo otra vez con los daños colaterales que ya conocemos.

Si ya es impresentable que se permita público en los estadios, de fútbol o de lo que sea, mucho más lo es que en unos campos pueda haberlos y en otros no, va contra la lógica, la justicia y la deportividad. Todo mi apoyo y solidaridad a la gente de los bares, no porque suela ir mucho a ellos, sino por todos esos años de compromiso y complicidad con la prensa diaria, especialmente con la deportiva.