Los resultados de la encuesta sobre Javi Gracia en nuestra web no dejaron espacio a la duda. Participaron casi 3.000 personas y de ellas un 87 por ciento abogó por despedirlo a final de temporada. Los argumentos de los que piensan así son contundentes, aunque tampoco hay que despreciar los del 13 por ciento que con Celades en el recuerdo estarán haciéndose cruces para no ir a peor. Que Gracia lleva meses con el crédito en reserva no ofrece ninguna discusión, como tampoco que la ausencia de público ha tenido que influir lo suyo. El ambiente, por mucho que el señor Lim pase olímpicamente de las protestas, habría sido del todo irrespirable en Mestalla. Cuesta poco imaginarse el cóctel con Murthy en el palco y los partidos perpetrados por el equipo, al menos antes de los cuatro últimos.

Sin embargo, la continuidad o no del técnico va a acaparar los focos durante las próximas semanas, aún más con lo que ha bajado la espuma de la venta, tanto el globo de los empresarios valencianos como el pitorreo del Príncipe de Johor. La tozuda realidad apunta a que el señor Lim va a seguir siendo más papista que Tebas con la austeridad, de ahí que esté más que fundado el temor a que Gracia y Meriton mantengan sus posiciones en la partida de Risk que empezaron a jugar cuando el 7 de octubre el navarro fue remitido a su cláusula de rescisión para irse.

Desde entonces cualquier plan de destitución se ha disuelto desde Singapur y nadie se ha movido un centímetro en su posición estratégica. Una parte que quiere cumplir su contrato y la otra que sin problema, a ver quién puede más. Un juego en el que por desgracia quien pierde es un Valencia que lleva dos temporadas tiradas a la basura. Está bastante claro, eso sí, que si alguien es capaz de desaprovechar la cláusula de escape del contrato ése es el señor Lim, una circunstancia con la que cuentan los que ya están moviendo ficha para cambiar de técnico.

Un indicio de lo que se viene en el Ciutat

No existe la más mínima duda sobre Paco López en las palabras de Manolo Salvador y David Navarro, los secretarios técnicos de un Levante en el que se le ha dado tal carta de naturalidad a que no haya jerarquías definidas que hasta las entrevistas son a dos voces. No lo reconocen, pero Quico Catalán les ha apretado las tuercas con la renovación, lo mismo que antes a Morales y Miramón, un indicio de a qué atenerse para los siguientes en negociar.

Se viene otra temporada con el fair-play al cuello y poco o ningún dinero para fichar, nada nuevo para quienes llevan dos años estirando el chicle con 3,8 kilos. Y no lo reconocen tampoco pero la salida de De Frutos parece un hecho. Ojalá después del 30 de junio no haya que vender más.