La reconquista del Valencia está en marcha

El primer partido con público en Mestalla fue paradigmático de lo que debía haber sido la temporada...

La reconquista del Valencia está en marcha

La reconquista del Valencia está en marcha / JM. López

Rafa Marín

Rafa Marín

El primer partido con público en Mestalla fue paradigmático de lo que debía haber sido la temporada pero no fue y de lo que debería ser la siguiente. Que el tiempo del señor Lim ha terminado es algo que quedó claro con la manifestación y todos los hechos demuestran desde entonces, incluso desde bastante antes, que cada vez lo está más. Lo que ocurre es que a falta de ponerle fecha a la liberación, una ardua tarea para la que hay una auténtica coalición en marcha, ya sea en las calles, en las instituciones o los juzgados, el Valencia sigue en una peligrosa tesitura. Y en ella el papel de la afición solo puede ser que fundamental. Sobre todo por esa amenaza velada que propagó el máximo accionista en el Financial Times respecto a que ni siente ni padece dejando caer al club.

Por eso lo del domingo, el colofón al despropósito con el que se ha gestionado el regreso al estadio, resultó tan nutritivo. Y es que tan contundente como el mensaje de las entradas que se quedaron sin vender lo fue sobre todo la actitud de los más de 2.000 valencianistas que estuvieron a la altura separando con pulcritud al equipo de la propiedad. Ovaciones para los futbolistas y protestas hacia el palco imposibles de camuflar. Como ha ocurrido en otros clubes, se trata del camino más corto hacia la reconquista. La desafección no puede ser hacia el Valencia y no tiene tanto que ver con el desastre deportivo de la temporada como con el caos acumulado. Es un paso que debe quedar claro ahora que las protestas han venido para quedarse. Esa presión es la mecha que va a acabar de prender el fuego desatado contra Meriton desde todos los frentes. Una crispación, sin embargo, de la que debe quedarse fuera el equipo, que si por algo se ha caracterizado ha sido en líneas generales por su honradez, un atributo que por desgracia hasta la llegada de Voro se ha desperdiciado. No se trata ya de hacer leña del árbol caído, pero tal vez ese fue el gran error de Javi Gracia, que intentó subirse al tren cuando era tarde.

La clave está en que el entrenador que venga, mejor si es Bordalás o Diego Martínez que cualquiera que ponga el señor Lim, haga piña con la plantilla. Y que en ese binomio, conforme vaya aumentando el aforo, esté también la afición. Un frente común en lugar de un técnico lanzándose piedras contra su tejado, cegado por la ira en lugar de inteligente en un contexto en el que tenía mucho que ganar. Lo mejor que podía ocurrir contra el Eibar es que el Valencia se limitase a jugar, además bien, y a demostrar que el valencianismo está por encima de quien se encuentra en proceso de que lo desalojen. La lógica empresarial y de los negocios no vale en el fútbol y eso es algo que saben hasta los reyes, jeques y mafiosos que no aceptan a según quien en sus mesas.