Cuando hagamos a final de año balance recordaremos con una sonrisa tardes como la de ayer en la que todos, incluidos los que pasan del fútbol, estuvimos haciendo fuerza pegados al televisor durante la tanda de penaltis. Esa es, con independencia de si juega bonito o feo, la España que nos une. Obra por cierto de Luis Enrique, el seleccionador que como escribe en la contraportada el gran Joan Carles Martí le ha generado a la Roja admiradores “imprevisibles” como es él mismo.

Benicalap

Los técnicos tumbaron ayer el proyecto del pabellón, con lo que los vecinos siguen sin la instalación que les corresponde y la pelota vuelve a estar en el tejado del Valencia. La realidad, sin embargo, es que más allá de las formas, las diferencias son mínimas, prácticamente detalles que en algunos casos son del todo livianos, por lo que si es cierto que hay buena voluntad por las dos partes, el acuerdo no tendría que dilatarse mucho. Otra cosa es esa tremenda sensación de desconfianza que lo envuelve todo y para la que desde luego, después de más de una década de retrasos imputables a demasiados responsables, no ayuda que el proyecto se presentase sobre la bocina, como quien dice a las 23:59. El Ayuntamiento, como primer interesado público en que se haga la obra, tiene que exigir el cumplimiento de sus garantías, máxime si ya las pasó por escrito. Y el Valencia, más allá de la vinculación con la ATE, no solo debe de tener buena voluntad sino que además lo parezca.