Ya no sirve eso de irte de vacaciones para desconectar de toda la temporada. Ya no existen las vacaciones sin preocupaciones, comiendo y bebiendo todo a nuestro antojo, saliendo de fiesta o simplemente dedicando tiempo a cosas que durante el año no le hemos podido dedicar.

Si tenemos un mes o mes y medio de vacaciones tan solo una semana y media o dos las dedicamos completamente a descansar, y no en todos casos. El resto de semanas nos dedicamos a hacer la famosa pre-pretemporada. Todo empieza desde una buena alimentación e hidratación durante los calurosos días hasta retomar la rutina de los buenos hábitos. Como si fuera una pequeña rutina de la rutina. Por supuesto, eso se compagina con el retorno de la actividad física.

Muchos y muchas futbolistas optamos por contratar los servicios de un/a profesional de la preparación física. Pero también tenemos en general un planning preparado por el club para hacer deporte en las semanas previas de empezar la pretemporada. Todo es válido, pero aquí entra cómo quieres llegar a esas pruebas físicas del inicio de la pretemporada. Estos días son los que deciden si vas sufrir durante la pretemporada o si vas a destacar y poco a poco ganarte un sitio en un futuro 11. 

Yo era de las que disfrutaba del verano como la que más y la última semana salía un par de veces a correr. Me conformaba con eso, con llegar teniendo el sabor de boca de haber hecho algo mínimo antes. Pero todo cambia. Conforme el nivel va subiendo y vas tocando la élite, tu disciplina cambia. Todo se profesionaliza, incluida la persona. La profesionalización es también esto, exigirse el máximo hasta cuando no lo tienes que hacer. Hay momentos de tus vacaciones que estás disfrutando de una buena comida o cena (en mi caso, una buena paella) y te lo estás pasando tan bien que asusta y no te terminas de sentir bien. Sentirse mal por el mero hecho de disfrutar o de olvidar por un momento que soy futbolista es algo que las personas de élite entenderán a la perfección. Un sentimiento que, sin ninguna duda, no recomiendo. Pero es uno de los precios que tenemos que pagar por jugar en la élite. En mi opinión, a veces todo es excesivo.

No nos merecemos eso los y las futbolistas. Es una rutina muy dura (sobre todo para las mujeres, ya que no tenemos la misma recompensa salarial que los hombres) el hecho de levantarse y pensar en fútbol, desayunar, comer y cenar pensando que esta esto es lo que tenemos que comer porque es lo mejor para nuestra forma física. Dormir no solo por placer, sino porque hay que descansar para afrontar un nuevo entrenamiento o partido al día siguiente. No tener casi tiempo libre para hacer algo que realmente quieres, y encima que ese poco tiempo libre no lo puedas elegir ya que somos los/as futbolistas los/as que nos adaptamos al fútbol y no al contrario. Todo lo que digo creo que quien haya practicado este deporte al máximo lo entenderá. Y entenderá que este ‘sufrimiento’ adictivo es totalmente recompensado por los momentos buenos (aunque a veces sean pocos).

Es importante descansar para volver mejor, pero llega un punto en nuestras vidas deportivas que el descanso total es prácticamente inexistente y se vuelve una utopía. Es más, el descanso total está mal visto y es de mal profesional. Es por eso por lo que la pre-pretemporada es una realidad hoy en día. Ya no existen las vacaciones totales de un mes. O trabajas, o desde el primer día de pretemporada estarás perdiendo el puesto de titular de tu equipo.