Juegos concursales

La resaca de aquella noche en Suecia donde el Valencia ganó la UEFA que ha hecho imposible encontrar una terapia definitiva para pasar página a la peor gestión del club

Joan Carles Martí ok

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Joan Carles Martí

Joan Carles Martí

Los Juegos Olímpicos, el Mundial, los campeonatos mundiales de atletismo y la final de la Champions. El póquer deportivo de audiencia televisiva. Así se lo explicaron a la entonces alcaldesa de València el 19 de mayo de 2004 en el palco del Estadio Ullevi de Gotemburgo. Aquella noche sueca acabó tan bien, que siguiendo la tradición pirotécnica se empezó a diseñar el Valencia CF del nuevo milenio. Como acoger unos Juegos Olímpicos era imposible, encima Madrid mareaba con su candidatura, y la celebración de un Mundial es de múltiples sedes, solo quedaba la opción para que València organizará unos Mundiales de Atletismo y una final de la Liga de Campeones. Sería la proyección definitiva de la ciudad de Calatrava.

Para cumplir el plan se necesitaba un campo nuevo, capaz de acoger los dos eventos. Y así fue. Primero se maniobró para poner de máximo accionista a alguien muy obediente (Juan Soler). La maniobra fue tan sencilla que se vinieron arriba, y en una misma jugada tuvimos «pelotazo» Porxinos, un proyecto de estadio de seis estrellas y un equipazo para ganarlo todo.

Después de 23 años de aquella pesadilla casi olímpica, la realidad es tremenda. Un estadio a medio hacer y sin perspectiva de terminarlo. Ayer mismo conocimos que el juzgado de lo contencioso administrativo número 2 de València ha desestimado la demanda del Valencia CF contra el Ayuntamiento de Riba-roja por el pago de 25 millones de euros. Y hablar de fichajes se antoja una impertinencia.

Visto en perspectiva, algún dirigente del club de Mestalla debió tener la valentía de acudir a un concurso de acreedores para salvar la entidad. Se hicieron los números, e incluso se estuvo a punto de ir a los juzgados, pero el populismo se instaló en el club y nadie se atrevió.

Ahora he vuelto a escuchar esa posibilidad para tirar a Lim. Hay expertos jurídicos que la defienden, y otros que cuentan que sería un grave error. A días de empezar la Liga estamos igual o peor que en mayo, cuando el valencianismo salió a la calle a decir basta. Seguro que cuando el balón ruede nos centraremos más en Bordalás. Sin embargo, alguien debe estudiar sin prisa, pero sin pausa, una solución definitiva para salvar al Valencia.