Los Federer-Nadal de nuestro deporte

El Genovés ayudó como nadie a resucitar y popularizar la pilota. Ayer, en el adiós, hizo su último servicio

Rafa Marín, foto opinión

Rafa Marín, foto opinión / SD

Rafa Marín

Rafa Marín

El Genovés jugó ayer su última partida. Y la ganó. Un triunfo póstumo, con su eterna faja roja, que fue sobre todo un servicio para el mundo de la pilota, el deporte de los valencianos. Cultura popular que resucitó en los años 70, la década de su irrupción en los campeonatos, y que después ayudó a popularizar entre el gran público. Habla por sí solo el aumento de las reproducciones en Internet o el volumen de artículos y hastags sobre su figura para confirmar hasta qué punto, coincidiendo con su despedida terrenal, ha vuelto a poner el foco sobre la pilota de vaqueta. De sus duelos ante Sararol tienen memoria hasta los que nunca pisaron un trinquet ni lo pisarán pero que aun así lo veneran. Con audiencias propias de los tiempos del fútbol en abierto, aquello era lo más parecido a los Federer-Nadal en la época. Partidas intensas y a cara de perro emitidas en prime time por la televisión autonómica. Un juego de caballeros donde Paco Cabanes destacó por todo lo que se podía esperar de un gran jugador, muy especialmente por su honestidad. Es eso lo que le diferenciaba, sus valores y calidad humana, tal y como confiesan aquellos que desde hoy más van a echarlo de menos. Se ha marchado joven, muy joven, a los 67 años, pero su leyenda perdurará siempre. Futuras generaciones se enorgullecerán de su legado. El mejor pilotari de la historia, sin duda, será eterno. El mejor y también el más admirado, aquel al que ovacionaban los aficionados desde que ganó sus primeros cinco duros contra un veterano hasta que batió en 1995 a Álvaro, un pujante rival al que doblaba en edad y contra el que protagonizó la consideraba como la mejor partida de todos los tiempos. Un héroe sin capa que también lo pasó mal después de la retirada. Y un mito valenciano. Murió Paco, nace la leyenda. Todos ya preparados: Cavallers, va de bo!