La primera vez que fui a la ciudad deportiva de Paterna siendo un niño con mi padre (quien por cierto se sigue refiriendo a las instalaciones como «los terrenos de Paterna» porque entonces no eran más que eso, unos terrenos), el ‘Papi’ tenía una modesta autocaravana en lo que ahora es el aparcamiento principal y en la que ofrecía servicio de bar. Tras el entrenamiento Arias salió a tomar algo y a fumarse un cigarro tranquilamente (no creo que se enfade a estas alturas por contarlo). Aquello me impactó y no por el pitillo, sino por la cercanía. La añoro. Soy consciente de que solo pensar en algo así es ahora utópico, pero envidio por ejemplo que el Athletic Club de Marcelino vaya a hacer este jueves su segundo entrenamiento con público (aunque sea con aforo muy limitado y envuelto en estrictas medidas de seguridad, que es lo que toca) de esta pretemporada en Lezama. El valencianismo merece disfrutar de un poquito de cercanía y creo que bien haría el club concediendo algo aun a riesgo de algún episodio desagradable. Eso se agradece y es sembrar para recoger.