Partido a partido y, como también recita Bordalás, los pies siempre en el suelo. Sin embargo, y disculpas adelantadas por atentar contra esa canción tan cholista, ojalá sea hoy el último día que arranca una Champions sin el Valencia dentro. ¿Por qué no cerrar los ojos y soñar? Es cierto que por plantilla no se trata de un objetivo para nada exigible. Pero también lo es que sin contar con los fichajes, el margen de mejora es enorme. Basta con sacar lo mejor de los jugadores que ya estaban, sin más. A estas alturas y después de lo que ha llovido, lo que verdaderamente sería un atentado es prohibir el derecho de todo aficionado a ilusionarse. A pesar de los pesares, el Valencia sigue siendo muy grande gracias precisamente a ese respaldo social inquebrantable. Si no hubo dudas antes en las malas, tampoco ahora va a haberlas en las buenas. Se demostró con los abonos y ha vuelto a quedar claro con las entradas para el domingo, a prueba de colapsos. Hay ganas, muchas, de tardes y noches grandes de fútbol. Y la próxima, además con el liderato en juego, tiene todos los ingredientes necesarios para serlo. La última vez que el Real Madrid pisó Mestalla perdió 4-1, casi un espejismo, pero entonces no hubo con quien festejarlo. Este martes, en cambio, todo apunta a que a las 4.000 entradas disponibles se sumarán otras miles más tras la sentencia que va a permitir aumentar aforos. Se ultiman los preparativos.

Champions

No está el Valencia pero sí el Villarreal, en el momento más dulce de su historia. Nada que no se haya ganado a pulso con la gestión deportiva de los últimos tiempos. Así que enhorabuena por adelantado a los 13.000 aficionados que van a repoblar La Cerámica. Todo esto ya se parece más a lo que durante demasiado tiempo hemos estado echando tanto de menos.