Paco no era Ferguson

Ocho jornadas sin ganar y una mala dinámica se han llevado por delante al que debía ser el gran estandarte. No, no era perfecto el Levante, ¿pero cuando lo ha sido?

Paco López

Paco López

Nahuel Miranda

Nahuel Miranda

Mis amigos no saben quién es Christian Streich y eso me mosquea. No por ellos, sino por lo que se pierden. La gente ocupada hablando de Ferguson o Simeone para hablar de una era en un club y nadie repara en el entrenador del modestísimo Friburgo alemán. Mis padres ni me habían pensado y Streich ya entrenaba al Friburgo, en una carrera de ensueño: se crió en Friburgo, jugó en el Friburgo, entrenó al Friburgo cadete, al juvenil, fue segundo técnico del primer equipo y luego, tras una crisis de resultados -¿qué club le da el cargo al segundo entrenador sin estar en crisis?- entrenador con todas las de la ley.

Logró salvar al club de sus amores y, la temporada siguiente, hicieron las cosas bastante bien. Con el fútbol más atractivo del país, lograron su mejor clasificación de siempre: un quinto puesto con acceso incluido a la Europa League. El técnico se quedó las llaves del club de forma merecida... y la temporada siguiente bajaron a Segunda. Pero Streich se quedó. Nadie lo echó, devolvió al club a la élite y ahí sigue, camino de los diez años en el cargo, con el equipo cuarto en Bundesliga y estrenando estadio nuevo.

Admiro a Streich y creía que Paco López podía ser su sucesor a la española. La primera vez que pude entrevistarle, cuando todavía era el hombre milagro, el técnico del 8 de 11 y la manita al Barça, se cansó de decirme algo que dejó claro en su despedida, pero tiene más valor decir cuando estás en la cresta de la ola: «esto del fútbol va muy rápido y da muchas vueltas». No lo parecía para él, que sumaba victorias de prestigio mientras los clubes a su alrededor iban quemando entrenadores en la agenda de contactos. Paco iba a ser Christian, estaba claro. No eran perfectos, pero eran hombres-proyecto en la zona donde las sillas se calientan más a menudo: las que por presupuesto deberían estar más cerca de la zona baja. Pero la soga del Levante, asfixiada por una economía aterrorizada por lo que supondría el descenso a Segunda, se estrechó más de la cuenta.

Por eso lamento especialmente el adiós de Paco, con aire a inevitable por la deriva del proyecto, buscando otro aire que permita salvar la papeleta. Porque aunque en Alemania no son tan de quemar la falla como aquí, el de Silla parecía por encima de eso. Al final se cumplen las máximas del fútbol, esas que su equipo logró romper tantas veces con una propuesta de fútbol tan atrevida. No, no era perfecto el Levante, ¿pero cuándo lo ha sido? El Levante de Paco merecía bajar con Paco si así se terciaba la temporada, o eso piensa el futbolero romántico que un servidor lleva dentro. Que el equipo fuera suyo hasta las últimas de cambio, desafiando la forma de hacer las cosas no solo en el campo, sino fuera de él. Al matagigantes, irónicamente, le toca pagar el peaje de los resultados y de la dinámica en esto del fútbol. Igual el Levante acierta con la elección de su relevo en el cargo, pero me duele que Paco no sea el Streich de Orriols.