El Valencia no tiene dinero. Está obligado a echarle imaginación para fichar. Eso o tirar de canteranos. La otra opción es adelantarse a otros clubes y apostar por jóvenes promesas que todavía no han explotado. Lo hizo el Valencia hace casi tres años con Ansu Fati. Enero de 2019. El jugador estaba sin renovar y el Barça no le aseguraba ni siquiera el filial. El Valencia le ofreció un contrato de filial con proyección de primer equipo. Los Fati (padre e hijo) lo veían con buenos ojos. Estaban convencidos.

Y cuando parecía hecho el jugador y su entorno cambiaron de opinión. El Valencia entendió que el Barça (y sus agentes) habían reconsiderado su decisión. Lo que sucedió luego es sabido por todos. Ansu subió del juvenil al primer equipo sin pasar por el filial y la rompió. El Valencia lo tuvo en la mano.

Moraleja: en tiempos de crisis es más importante que nunca invertir en una estructura deportiva fuerte y creer en los Corona, Marco Otero, Luis Martínez, José Jiménez y compañía. En los que saben.