Tantos años sufriendo a Leo Messi que nos habíamos olvidado de sufrir a los árbitros en el Camp Nou. Lo de la temporada pasada fue un aperitivo. Entonces fue Hernández Hernández. El canario la lío igual de gorda la temporada pasada. Señaló penalti, expulsó a Gayà, revisó la acción en el VAR, dejó la roja en amarilla, pero mantuvo un penalti que acabó marcando Messi en el rechace. Todo un despropósito.

La historia se repite. A Gayà se le está maltratando cada vez juega en Barcelona. Duele que no viera cómo Gayà toca el balón antes, pero todavía duele más que no se acercara a la banda a revisar la jugada en el monitor. ¡Para eso está! Gil Manzano le explicaba a los jugadores el penalti en el túnel de vestuario. En nuestros morros. Nos toma por tontos. O por ciegos. Tiene su mérito. Todo el país dudando de su decisión y él tan tranquilo. Es vergonzoso. Y aún es más indignante que siempre pase en los estadios grandes. Grandes en injusticia.

Mejor no hablar del Bernabéu. Y tampoco de la caza a Guedes de la primera media hora de partido. El Barcelona tuvo licencia para pegar. Y para reírse. Como Ansu Fati cuando Foulquier le pedía que se levantara en el penalti. ¡Qué risa! Qué triste.