Salvo que mintiera, Bordalás hizo rotaciones sin creer en ellas y el resultado fue que el Mallorca le dio un baño. El técnico trató de arreglar el estropicio con la revolución del descanso, pero el Valencia solo mejoró a raíz la expulsión de Kang In. Acabaron jugando Manu Vallejo y Jason y el empate llegó en el 97' con un gol nuevamente de Gayà. Esta vez, sin árbitro al que agarrarse, muy poco más.

El espíritu es cierto que persiste pero en lo futbolístico la sensación es de estancamiento. El efecto Bordalás, si no se ha disuelto, amenaza con hacerlo. Peligro. El Valencia que peleó contra el Real Madrid por el liderato ha vuelto a una dinámica de resultados similar a la que tenía con Javi Gracia. No era lo del principio ni seguramente sea lo de ahora, pero ahora mismo se trata de un equipo que no ataca bien y que tampoco lo compensa con una defensa fuerte. Aunque Paulista hable de ese objetivo, así no le va a llegar para Europa.

Además de los errores colectivos, los cambios hablaron por sí solos de los individuales: Racic y Diakhaby, además de un Maxi Gómez por primera vez señalado. El empate, al menos, evitó una humillación con la firma de Kang In. El coreano fabricó los goles, le dedicó un gesto feo a la grada y, aunque también Luis García se lo olía, remató su partido yéndose a la calle. Con solo tres puntos de 18, la bala a la que Lim se lo ha jugado todo anda perdida.