Iba a ser una de Kang In, de los goles o de la expulsión. Pero la foto del partido fue la de Gayà celebrando como un poseso el rescate en el minuto 97 de algo más que un punto. Dejando a un lado el sinsabor del empate, lo que necesitaba Mestalla era ese gol del capitán. Una descarga de adrenalina, un recordatorio de grandeza, una invitación para continuar creyendo, para no desfallecer, para desintonizar la desafección frente al derrumbe de Meriton. Y es que, con el efecto Bordalás otra jornada a la baja, el 2-2 sirvió para salvar los muebles pero no para tapar lo demás. 

Rotaciones

Quedó claro con el baño del Mallorca en la primera parte y la revolución del descanso porqué el técnico había dicho que no creía en ellas. Pero, pese a los cambios, el Valencia solo mejoró y tampoco mucho tras la expulsión. Acabaron jugando Manu Vallejo y Jason. Sin árbitro esta vez al que agarrarse, poco más. El espíritu es cierto que persiste pero la sensación es de estancamiento e insuficiencia. La necesidad de fichajes clama al cielo. Tanto como la denuncia de Gabriel a que se dé carta de naturaleza a la mediocridad. El Valencia que llegó a pelear contra el Madrid por el liderato se ha igualado en resultados al de Javi Gracia. Ayer, y no fue el primer partido, atacó mal y tampoco lo compensó defendiendo bien. No pasó desapercibido el correctivo a Maxi Gómez ni el señalamiento a Diakhaby y Racic.

Kang in

Fabricó los goles del Mallorca, le dedicó un gesto feo a la grada y, aunque también Luis García se lo olía, remató su partido yéndose a la calle. El coreano demostró en los 55 minutos que estuvo sobre el campo el porqué de las esperanzas que había depositadas en él. También el porqué de haber acabado en un equipo para el que por su talento no estaba predestinado.