¿Que no se puede celebrar un gol del Valencia?

Mi garganta se quebró como cuando cantaba los goles del Doblete en la radio, pero durante apenas unos segundos

El centrocampista del Valencia José Luis Gayá celebra su gol ante el Mallorca.

El centrocampista del Valencia José Luis Gayá celebra su gol ante el Mallorca. / EFE

Toni Hernández

Toni Hernández

Minuto 97 de un partido del Valencia para tirarnos barranco abajo, horrible, siendo uno más 35 minutos más 9 de alargue. Perdemos 1-2, y hace un momento que hemos marcado el primero. El equipo está volcado, la gente de pie en Mestalla, y Marcos André hace una dejada para Gayà, que de semi escorzo marca el empate a 2 final. En ese momento, mi garganta se quebró como cuando cantaba los goles del Doblete en la radio, pero durante apenas unos segundos. Mi equipo marcaba fuera de tiempo, salvábamos parte de los muebles, y el cuerpo te pedía ese desahogo. Porque uno es valencianista, y siente el hierro, y ese punto de euforia sin contención es muy necesario. Aunque ese mismo valencianismo, sumado a 47 años de vida y muchos de cuarteles en esto, me hacía reaccionar al instante con un cabreo más impresionante que el grito con el gol. Porque el partido había sido para morirse, por todo.

¿Alguien se alegró de que el Valencia empatara en casa ante un recién ascendido en el minuto 97 y jugando con uno más tanto tiempo? ¿Algún valencianista normal pudo celebrar esto? Porque automáticamente después del partido, en ese otro submundo malvado en el que tanto vivimos ahora, las redes sociales, había una especie de plaga de gente, valencianistas, que descalificaban a otra gente, igual de valencianistas, al grito de «campo podéis celebrar un empate en casa ante el Mallorca». Es posible que me esté haciendo viejo, que ya no entienda muchas cosas de cómo va la vida, y el fútbol, pero creo que se nos ha ido a todos la cabeza con el clima social. Meriton es un desastre, una vergüenza, se deben ir hoy mejor que mañana (parece que haya que repetirlo todos los días, pero cansa), pero si marca mi equipo, si logramos un punto cuando no tengamos ninguno, ¿alguien puede tener la osadía de decir nada a quien se alegre por ello? ¿Nos hemos vuelto ya completamente dementes y estamos bajo un régimen de guardia moral que te indica cuándo puedes alegrarte o no?

El lunes recordaba un gol celebrado por el valencianismo de forma brutal, en una de las tardes más mágicas que ha vivido el Valencia en toda su historia. Y no, esa tarde de domingo, el 1 de mayo de 1983, no había ningún título en juego. Nos podíamos ir a Segunda (como pasó 3 años más tarde) si no ganábamos al Madrid, que con un empate era campeón de Liga, y si no se daban 4 resultados más aquella última jornada. Se dio todo, y el gol con el que ganamos, el de Miguel Tendillo, es algo icónico. ¿Algún insensato podría acusar a nadie de celebrar el gol que nos dio la permanencia aquella tarde de ensueño? Porque me pregunto qué hubiera pasado si en aquel momento llega a haber redes sociales. Porque más vergüenza que aquel año sólo hemos pasado en el 86. 

El Valencia no necesita más guerras, ni más historias, que ya son demasiadas y durante demasiado tiempo. No nos lo podemos permitir, ni por salud ni por sentimiento. Este club está muy vivo, a pesar de los pesares y de los mensajes, y la prueba es que hubo muchos miles que rompieron su garganta con Gayá en el minuto 97, y que luego habría querido entrar al vestuario para decirles a todos que así no, de ninguna manera. Confundir el sentimiento con el momento es peligroso. Difuminar la desafección y el conformismo con un tanto de tu equipo cuando lo esperas, lo mismo. Estamos llegando al punto de decir que Ricardo Arias estaba manejado cuando habló en el descanso del partido del Barcelona (no le conoce quien lo dijo, ni de pasada), y que no se pueden celebrar los goles del Valencia como nos dé la gana. Insisto en que Meriton es un problema muy grave para todos, gravísimo. Pero mucho me temo que no es el único, y eso nos lo tenemos que hacer mirar.