Drama en el Valencia CF y drama en el Levante

Otra vez igual. No, no y no. Otra vez no. No se puede seguir así

La imagen del Valencia CF en el Benito Villamarín dejó mucho que desear.

La imagen del Valencia CF en el Benito Villamarín dejó mucho que desear. / Efe

Rafa Marín

Rafa Marín

No, no y no. Otra vez no. Imperdonable la sensación de inoperancia. Desquiciante. El equipo que fue líder provisional parece otro. Sin ideas, roto, arrasado. Por el aire las esperanzas. Un déjà vu con Gayà pidiendo perdón: “No se puede seguir así”.

El Valencia CF de Bordalás, que venía de un gol en el 98’, es desde este miércoles un punto peor que el de Gracia. La Bordaleta, con malas sensaciones, ha hecho aguas.

Se va a pique, especialmente en defensa. Lo que menos se esperaba, en las antípodas de lo que se había prometido.

Nada arriba y fragilidad atrás, concesiones y errores infantiles. La clasificación del Valencia CF no engaña: tres puntos de 21. Lesiones e imprevistos la han atravesado a sabiendas de que el mercado, y eso que el listón estaba bajo, se cerró en falso. Sin Soler y con la sospechosa desaparición de Maxi se ha caído en la mediocridad absoluta.

No estaba en el guión. Al menos no tan pronto. El entrenador era la gran baza y el reloj se ha parado. Mala pinta y partido agónico el sábado contra un Villarreal que tampoco está para tirar cohetes pero cuyo panorama no es tan preocupante por plantilla.

Meriton, cuyo resto lo ha lanzado al banquillo, vuelve a quedarse a la intemperie. Situación insostenible con la diferencia de que en Mestalla ya no se va hacer el silencio.

PERMANENCIA EN JUEGO

De los problemas del Levante UD, muchos por desgracia, hay dos que se pasan de castaño oscuro: el estado físico de la plantilla tras una pretemporada de apenas cuatro semanas y sobre todo que van 16 lesiones en 10 jornadas.

Así es imposible. Fallar en un diagnóstico es humano; que sea una constante es jugar con la permanencia.

Si Quico está al día pero no hace nada tendrá que apechugar con lo que ocurra. Y si no sabe hasta qué punto es grave porque nadie se atreve a decírselo, alguien más tendrá que responsabilizarse.