David Silva (me levanto de la silla de la redacción para hablar del canario) esperó una llamada del Valencia que nunca se produjo en el verano de 2020. La realidad es que Meriton ni siquiera se planteó su fichaje. A David le hubiera gustado un gesto del Valencia, pero entendió la decisión.

El ‘mago’ de Peter Lim por aquel entonces era Kang In (ahora en Mallorca). David comprendió que cada club tiene sus momentos y necesidades (deportivas y económicas) y que los caminos de Valencia y Silva no estaban destinados a cruzarse de nuevo. Lo asumió con naturalidad.

No fue fácil entender su decisión de elegir a la Real, pero acertó. Lo clavó. Silva está disfrutando en la Real y la Real disfruta con él. También ‘campeona’. Se lo merece. También se merece un Valencia mejor, como valencianista que es. Silva sufre por el que fuera su club. Por su «segunda casa». Qué ganas de aplaudirle en Mestalla en febrero. Aún duele su venta. No me quiero ni imaginar lo que sería la de Gayà o Soler.