Debemos valorar lo grande que es el Valencia y ser del Valencia. Es como decirle «te quiero» a tu pareja o a tus hijos, que sí, saben que les queremos, pero debemos demostrarlo, seguramente, muchas más veces de lo que lo hacemos. El pasado domingo pude terminar mi tercer maratón de Valencia, una experiencia increíble y extrema que recomiendo a todo el mundo, porque lo que vives se te queda para siempre, y son enseñanzas de pura vida en 42,195 kilómetros. Como siempre la corrí con una camiseta del Valencia, de nuevo la Senyera, que ya me lleva acompañando en varias carreras. Creo que no pude hacer mejor elección para darme cuenta de muchas cosas.

Es imposible decir cuántas veces escuché un ‘amunt’ por las calles, porque fueron cientos, de todo tipo de personas, de gente que me conocía y de otros que, simplemente viendo el escudo que había en esa camiseta, ya se sentían identificados. Los nanos, eso sí era maravilloso, porque les veías que se les encendía la cara de ilusión viendo a uno de su equipo. Incluso algunos me cantaban el himno del club al pasar, lo que en día como ese, y pasado el kilómetro 30, se agradece como si te llevaran en coche hasta la meta. Los últimos 16 los hice con mi amigo Riccardo, un italiano que es más valenciano que el Miguelete, y alucinaba con todo lo que veía. «Toni, es que es en todas partes, como si esto fuera un partido de fútbol».

Un maratón es un carrusel de emociones y sensaciones, de todo tipo, que mezclan el sufrimiento con la alegría a partes iguales y sin ningún tipo de control o de orden. Confieso que emocioné más de una vez, porque tienes el cuerpo a flor de piel, y cuando ves esas muestras de identificación, de pertenencia y de valencianismo, y vas justo porque llevas cerca de 3 horas corriendo y con el viento en contra, se te puede escapar alguna lágrima. «Es que ser del Valencia es muy grande, y esto está tan vivo como siempre, porque es mucha gente, muchísima gente». No, no estamos muertos, eso quisieran algunos, incluso que dicen querer al club, pero no, tendrán que seguir esperando, porque seguimos amando la herencia de nuestros abuelos y de nuestros padres. 

Este sábado hay una manifestación que se dice es en contra de la gestión de Meriton y de Peter Lim en la entidad. Pero yo creo, sin ánimo de entrar a debatir o polemizar con nadie por este asunto, que esencialmente es porque somos del Valencia, porque lo sentimos, porque lo amamos, porque nos importa y porque lo que le pase es como si nos sucediera a nosotros. Porque queremos que siga vivo para nuestros hijos y para nuestros nietos, y que igual que nosotros hemos podido celebrar su primer centenario, haya quien lo haga con el segundo, y ojalá que entonces sea mucho mejor que lo que vivimos en 2019, que será maravilloso para el que tenga la fortuna de disfrutarlo. 

Ser del Valencia es algo muy grande, porque el Valencia es muy grande, y eso es algo que hacemos los valencianistas cada día, cada uno a su modo y manera, que otra de las claves es respetar que cada uno piense como quiera, porque en la pluralidad también radica la riqueza y la grandeza de una instrucción como la nuestra. No sé cuánta gente irá el sábado, pero los que vayan, y los que no, seguirán dignificando al Valencia y todo lo que significa para cada uno de nosotros. 

Para acabar, y ya que mi hilo conductor ha sido el maratón de Valencia. Tenemos una de las mejores carreras del mundo, y eso es gracias a Juan Roig y todo su trabajo y empeño. Fuimos más de 16.000 corredores con una organización perfecta, en un día soleado en nuestra ciudad, al que quizá le sobró algo de viento, pero que vio como miles de personas se lanzaban de nuevo a la calle a animar. Y muchos de ellos, muchos, lanzaban esos ‘Amunt’ que nos dieron alas a algunos.