Opinión
El disparo de Bryan
Un central por descubrir y una gran promesa que reactivar son por ahora lo más parecido al consenso
El tiempo dirá si se ha mejorado, que era sencillo y a priori tiene pinta de que sí, pero un salto de calidad sería el fichaje de Bryan Gil más que los de Cömert e Ilaix. A diferencia del primero, ninguno de los otros dos es literalmente lo que quería Bordalás, quien comenzó pidiendo jugadores con oficio y acabó rogando «ayuda». Bien es cierto también, sin embargo, que ni el central suizo ni el centrocampista guineano, cuyo perfil tiene entre poco y nada que ver con el de Wass, fueron de los primeros a lo que se pusieron a disparar Anil y Corona. Así que un defensa por descubrir y una gran promesa que reactivar son lo más parecido al consenso perdido a la espera de que quede espacio en el fair-play para afrontar la operación que está exigiendo el Tottenham. Pase lo que pase, el mercado que está a punto de acabar va a marcar un antes y un después. Lo hará seguro por el discurso público del entrenador, un viraje de cuyas consecuencias ya se verá qué cuentas da Lim. Y lo hará también por el impacto en un equipo que tiene ante sí, en una de las ligas más flojas que se recuerdan, la ocasión de volver a meter la cabeza arriba a poco que cuando llegue la hora de las cinco sustituciones haya unos mimbres mínimos para hacerlas.
Sinsentido
Igual hasta ha tenido suerte el Levante de que la operación por el marfileño Simon Deli se le haya caído tras descolgarse los turcos pidiendo el doble de los 150.000 euros pactados por la cesión. Tal y como está el equipo es difícil de justificar que la solución pase por un fichaje de última hora, sobre todo cuando lo suyo sería haber cambiado el rumbo al día siguiente de cargarse al entrenador y la dirección deportiva. Es, sin ir más lejos, lo que ha hecho un Getafe que más allá de Quique se ha plantado en enero con operaciones adelantadas y de jugadores con experiencia en el fútbol español. Nadie discute la trayectoria de Quico y fue innecesario que Tebas le defendiera porque el pecado del que se le acusa es el de una horrible gestión deportiva. La misma por la que de aquí a junio, a menos que alguien lo evite, van a seguir despreciándose los mejores futbolistas que quedan en nómina.
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