Adentrados en pleno mes de marzo, la temporada en baloncesto empieza a enfilar su hora de la verdad. Pasado el mal trago de la Copa, el Valencia Basket ha reiniciado con fuerza su retorno a la competición con dos victorias de mucho mérito ante el Barça y el Bourg. Pese al escaso margen de preparación que tuvo el equipo debido al éxodo casi integral de toda la plantilla en las polémicas ventanas FIBA, el grupo y la labor mental es lo que ha imperado. Ante el Barça, el panorama no era nada halagüeño. Dimitrijevic emergió como único base del primer equipo ante las ausencias de Hermannsson y Van Rossom. Era el momento de adaptarse y Peñarroya lo hizo apostando por el control del juego interior. El dominio en el rebote fue absoluto, histórico, mientras que una de las armas del Valencia Basket, el lanzamiento exterior, apenas tuvo repercusión con solo cuatro triples. El partido no iba a ganarse por ahí. Jugar con cabeza, rotaciones meditadas y el paso al frente de todos, hizo posible un triunfo que además tuvo como premio poder conmemorar de la mejor manera posible el retorno al 100% del aforo de una Fonteta que rememoró la foto que tantas ganas teníamos de revivir.

El viaje a Francia evidenció la capacidad camaleónica de este equipo. El Valencia Basket recuperó su letalidad exterior para conseguir quince triples. Confirmó su fuerza en el rebote, además de sacrificio defensivo. Los altibajos complicaron un choque que al final se resolvió en el cuarto definitivo con talento y personalidad. Otra más al zurrón.

Pese a que la coralidad ha sido la principal baza, toca destacar la aportación de esos jugadores sin el rol de ‘estrellas’ y que han empujado a esta dinámica positiva. Pradilla y Puerto han avanzado en su proceso de madurez. El primero se ha ganado una plaza en la selección. Con un protagonismo intermitente la pasada campaña, Pradilla está confirmando los motivos de la apuesta del club en su fichaje tras la eclosión demostrada en Zaragoza. Puerto es un valor cada vez más seguro. Pocos vaticinaban que tras romper su cesión en Castelló en octubre de 2020 llegaría a la selección absoluta. El de Almussafes ha creído en sus posibilidades, ha apretado los dientes ante la adversidad y Peñarroya ha recompensado su esfuerzo teniendo como respuesta un rendimiento firme y recorrido. Algo más de paciencia habrá que tener con Ferrando. Su acción del sábado ante Jokubaitis evidenció su descaro. Ellos son los brotes de un club que mira al presente y al futuro sin complejos. La Eurocup como prioridad, la Liga Endesa como prestigio. Dos competiciones en las que el color taronja quiere brillar.

Eurocup y Copa

En el Valencia Basket Femenino este mes puede marcar un antes y un después. El telón se abre con un doble duelo ante el Venezia, ese equipo que fue testigo del primer título en la historia del club con aquellos inolvidables tiros libres de Raquel Carrera. Es el último obstáculo hasta la Final Four, un eslabón más para defender el cetro. La Copa de la Reina llegará después. Con La Fonteta como escenario, el conjunto de Rubén Burgos tiene la oportunidad de saldar cuentas y de levantar el segundo entorchado de la temporada en casa. En la liga el camino es más largo, aunque urge una solución en el calendario. La sobrecarga ahonda en unas fechas inadmisibles que van en contra del espectáculo y la salud de las jugadoras. Las bajas, como en el masculino, han obligado a reinventarse. Carrera y Gil, pilares del equipo y de la selección, son ausencias de calado, aunque Burgos le sigue sacando jugo a un bloque en el que la factoría de l´Alqueria con Awa o Kalenik, y la recuperada, Itziar Germán se han sumado a un barco acostumbrado a ganar y a sobreponerse a casi todo sin olvidar el asentamiento de Contell o Segura. Con ellas, y las intangibles, es imposible no creer en títulos.