Opinión

Momento de épica y leyenda

Si hay un equipo capaz de tumbar la lógica, romper algún registro y desafiar a lo que llamamos normal es el Levante

Morales y Roger celebran el primero ante Villarreal.

Morales y Roger celebran el primero ante Villarreal. / Francisco Calabuig

Pues sí, definitivamente he hecho caso a Alessio Lisci y he dejado de mirar la clasificación. Es la mejor manera de no agobiarse y de disfrutar mucho más de los triunfos, como el conseguido el pasado fin de semana contra el Villarreal.

El Ciutat volvió a disfrutar y por un momento recordó algunos de los grandes momentos y partidos vividos durante estos años en Orriols. Se vio a un Levante competitivo ante un bloque con perfil ‘Champions’ además de volver a poner en valor a esa vieja guardia con Roger Martí y José Luis Morales como principal exponente. Todo hubiera sido perfecto si la temida clasificación no existiese, aunque al menos durante esas dos horas la afición levantinista hizo un paréntesis mental para vivir el momento. Es la mejor fórmula para esbozar una ligera mueca en un año tan duro.

El hecho de no llegar a esta jornada sin ser colista guarda una connotación de refuerzo interno moral. Hay dos equipos, Mallorca y Alavés, que parece han tomado el testigo granota en cuanto a dudas y dinámica negativa. Bailes en el banquillo, derrotas más o menos contundentes y consecución de encuentros sin ganar han propiciado esa depresión de la que debe aprovecharse el Levante. El calendario es el que es y habrá que tomarlo con valentía. Los más de dos partidos a recuperar ya no permiten imágenes como las de Getafe o Pamplona y sí las del Wanda o la que se mostró ante el Villarreal, no hay más. Del lío solo se puede salir así, además de esperar fallos de los rivales.

Con cada vez menos jornadas para el desenlace la épica también deberá aparecer. No podría ser de otra manera. Al Levante le esperan opositores de enjundia como el Barcelona, Sevilla, Real Madrid, Real Sociedad o Valencia. Y justo en dos jornadas el Granada, en una visita que debe ser diametralmente opuesta a aquella infausta noche de abril de 2016 con el indecoroso e irrespetuoso baile de El-Arabi, en las que los valientes desplazados a Los Cármenes vivieron una pesadilla de viaje.

Antes llega el Barça. El más difícil todavía. El peor rival sin duda al que enfrentarse ahora mismo. Reflotado con los fichajes de invierno y la llegada de Xavi, el conjunto culé emerge como ese socio al que no quieres ver ni en pintura. Aquí es donde emerge el talante épico y legendario que debe ofrecer el Levante, porque si hay un equipo capaz de tumbar la lógica, romper algún registro y desafiar a lo que llamamos normal es el Levante.

En la historia más reciente, todo empezó en enero de 2004 cuando un Levante que peleaba por el ascenso superó al Barcelona de Puyol, Iniesta o Ronaldinho por la mínima gracias a un gol de Rivera. Dirigido por el mítico Preciado, esa plantilla consiguió en Xerez un ascenso que se había hecho de rogar más de 40 años además de mostrar ese estigma de equipo incómodo al poder.

De las últimas cuatro campañas el cuadro culé solo ha podido ganar una vez en el Ciutat de València, muestra de que no es un campo fetiche para los de Xavi. Todo lleva a pensar a un triunfo visitante. Estadísticas, racha, calidad y presupuesto. Pero esto es fútbol, y con el Levante, para bien o para mal, todo es posible.

Será el momento de apelar al gol de Koné al Real Madrid de 2011, de afilar aquellos zarpazos de Morales y Roger ante el Sevilla del 2018, de ajustar el lanzamiento de falta de Rubén Suárez contra la Real Sociedad en 2011 o de avivar los fogonazos de Iborra o Barkero en Mestalla de 2013. Todo vale y sobre todo constata que se pudo. Repetirlo o superarlo está en las botas de los jugadores. El premio, una permanencia que vale más que una Champions. El camino ya se recorrió más de una vez. Háganlo de nuevo.