Sin concentración no hay éxito. A una semana de la final de Sevilla, el Valencia y su entorno andan desquiciados, y esa es la peor preparación para intentar levantar la novena. Estos días hemos visto pasearse por Europa a futbolistas que vistieron de blanquinegros en Mestalla, así es el fútbol, unos se van y otros vienen, pero ese es el problema, que los prometidos refuerzos para seguir en la élite nunca vinieron y el equipo se devaluó ante la mira de propios y extraños.

Nunca me gustó que el Valencia estuviera en la agenda política. Y ahí sigue desde hace casi veinte años cuando Camps y González Pons convencieron a la alcaldesa Barberá para asaltar el club después del doblete de 2004. Llevamos cuatro lustros hablando del nuevo estadio, lo que indica a las claras nuestra incapacidad colectiva. Quien todavía aspire a buscar rédito electoral de esta lamentable situación, debería volver a la guardería.

Bordalás también parece descentrado. No da con la tecla de un once fiable y pese a una mejora sustancial en la portería y la zaga, no encuentra la solución para conectar las líneas de ataque, y para ganar al Betis hay que meter algún gol, no vale solo mantener la portería a cero. En fútbol si sales a empatar acabas perdiendo. 

Por poner un ejemplo de cómo trata la afición un club normal y como sigue el desprecio de Meriton al valencianistmo. El Villarreal ofreció a sus seguidores entrada y vuelos a Munich por 250 euros. Con ese precio está claro que el club groguet subvencionó buena parte del viaje. Parece que también mantendrá ese precio para Liverpool, para que se desplacen muchos más. ¿Cuántos aviones, trenes o autobuses ha patrocinado el Valencia de Lim a Sevilla?

Llegan tambores de un posible traspaso accionarial. No son nuevos, pero están vez resuenan más. El futuro del club está en manos de Lim, él hará lo que quiera sin consultar ni a los abonados y mucho menos a las instituciones, porque así quedó establecido cuando en la Fundación del VCF, repleta de valencianos que siguen sin pedir perdón, votó a favor de la peor oferta. 

Con todo, el valencianismo siempre se sobrepone a los peores momentos. Aunque está claro que las cosas pintan mejor cuando el equipo gana y da buena imagen, por este orden. Hoy hay otra oportunidad para alejar los malos augurios.