Opinión

La novena dimensión

La mejor literatura se escribe con los pies de Soler y el sacrificio del capitán Gayà

Así ha sido el entrenamiento del Valencia CF en La Cartuja

Así ha sido el entrenamiento del Valencia CF en La Cartuja / F. Calabuig

Hemos vuelto a Sevilla tres años después. El fútbol es igual de imprevisto y sorprendente que la vida. Algunos aprendemos más en las caídas, porque cuando te levantas todo tiene otra perspectiva mejor. Nunca confié en los ostentosos, por eso otra final como la de esta noche significa mucho bienestar colectivo. La carretera se hace corta y da igual si ha salido el sol o llueve, porque las calles de Sevilla repiten esa marea valencianista desde el mediodía. Suenan las tracas y los sevillistas nos guiñan el ojo y desean suerte. Los béticos, buena gente, ofrecen deportividad suprema. Como debe ser.

Como ya llevamos unas cuantas finales a la espalda, esta vez el restaurante del mediodía está reservado. Eficiencia de Voro, que nos ha convocado al equipo médico habitual para una de esas comidas largas donde nos meteremos con el ‘pelut’ de Paco por su visión cosmopolita de Mestalla, mientras Rafeta nos contagiará ese optimismo patológico para las noches de gala.

Luego camino de La Cartuja con parada obligatoria en la ‘Fan Zone’ para saludar a los conocidos, si puede ser, porque la última carpa cerca del Villamarín era una verbena desbocada donde volaban, literalmente, las cervezas. Y de ahí al estadio. En ese momento, el valencianismo ya habrá cumplido. Caravana, ánimo y esperanza. Es hora del equipo en su cita más importante de la temporada.

Lo hemos oído tantas veces esta semana que hasta hemos reutilizado la frase en mil ocasiones. Pero es verdad, en una final puede pasar cualquier cosa. Además, cada uno de los once titulares saben que se juegan demasiado, así que veremos su mejor versión. El técnico también intuye que tardará en verse en una igual en su carrera y pondrá toda su sabiduría.

Esta noche la mejor literatura valencianista se escribe con los pies de Carlos Soler, el sacrificio de Gayà y las cintas de Guedes. Los que juntamos letras entretenemos la espera, que no es poco. La novena se adivina cercana, una ilusión que tiene precio, o sea que no se puede comprar porque ninguno la pone en venta, y mucho menos la negocia. Aunque eso la directiva actual no lo ha entendido, nadie puede arrebatar estas horas de felicidad.

El Valencia saltará esta noche en volandas, como en las grandes ocasiones, y sumará de nuevo otra nueva generación de seguidores fieles, esos que recuerdan la alineación de las grandes ocasiones, y en esas, nadie recitará el nombre del entrenador, ni mucho menos del presidente ocasional, como hemos visto, oído y leído estos días. Así que toca disfrutar.